Como lo diría Pepe Mujica, directo y sencillo, desde el corazón:
Para los niños:
No pierdan la curiosidad, jueguen mucho y hagan preguntas. Lo más lindo que tienen es la ternura. ¡Cuídenla! Y respeten a sus mayores, aunque estén llenos de canas.
Mire, hijo, no se deje corromper por lo material. Juegue en la tierra, mire las estrellas, cuide a los animales y aprenda a escuchar a los grandes. La vida es como una siembra: lo que uno planta hoy, mañana lo recoge. Y no olvide reírse mucho, porque la risa limpia el alma más que cualquier plata.
Para los jóvenes:
No se vendan por un celular nuevo. Luchen por causas justas. Tengan rebeldía, pero con amor. ¡Sean locos por cambiar el mundo!
Amigo joven, no vaya tras la fama ni el lujo como único camino. El mundo está lleno de caminos y cada uno tiene su ritmo. Estudie, viaje, pregunte, cuestione, ame, falle, levántese y siga. No se deje engañar por quien le diga que sin dinero no se puede ser feliz — eso es mentira. Lo más valioso no se compra con plata, sino con tiempo y corazón.
Para los adultos:
No se olviden de soñar. No vivan solo para pagar cuentas. La vida es más que trabajo. Abracen, escuchen, estén presentes.
Vea, compañero, ya pasó la juventud, pero no perdió nada. Ahora es tiempo de construir con
sentido. Cuide a su familia, respete a sus vecinos, cumpla su palabra y no haga
promesas que no pueda cumplir. Trabaje con dignidad, pero no se convierta en
esclavo del trabajo. La vida también es pa’ gozarla.
Para los ancianos:
No crean que ya no sirven. Tienen la sabiduría del tiempo. Cuenten sus historias. Acompañen con cariño. ¡Aún enseñan con solo estar!
Hermano viejo, usted ya ha visto mucho. Ya sembró, ya cosechó, ya sufrió, ya amó. Ahora es tiempo de enseñar con el ejemplo, de dar consejos sin imponerlos, de mirar hacia atrás y sentirse orgulloso de lo hecho. No tema al descanso. Usted no es carga, es memoria. Y la memoria es el alma de un pueblo.
Para las mujeres:
Gracias por sostener la vida. No acepten menos de lo que merecen. ¡El respeto no se negocia!
Mujer fuerte, madre, hermana, amiga… usted es la raíz de todo. No permita que nadie le quite su lugar ni le robe la dignidad. Usted es igual, pero muchas veces más valiente. Amar no es rendirse, es elevar. Si hay algo que el mundo necesita, es más corazón de mujer.
Para los empleados:
Su trabajo vale. No se dejen pisotear. La dignidad no se arrodilla.
Trabajador, cada jornada que da es importante. Hágalo con orgullo, aunque a veces el salario no alcance. Pero nunca deje de exigir justicia. Usted no es un número, es un ser humano. Y no se canse de luchar por sus derechos. Un sindicato fuerte es el mejor abrigo contra la tormenta.
Para los empresarios:
No sean patrones, sean líderes. Ganar está bien, pero no a costa de explotar. Inviertan también en justicia.
Empresario, usted mueve ruedas, genera trabajo y eso hay que reconocerlo. Pero recuerde: el progreso no es solo ganar dinero, es generar bienestar colectivo. No trate a sus empleados como engranajes, son personas. Una empresa próspera que cuida a sus trabajadores, es una empresa digna.
Para los políticos:
Sirvan al pueblo, no a su ego. Recuerden que el poder es una carga, no un privilegio.
Político, su oficio es noble, pero peligroso. No confunda el poder con propiedad. Usted no es dueño del Estado, es servidor. No hable bonito solo cuando busca votos. Gobierna quien cumple, no quien promete. Y si no puede servir sin robar, mejor váyase a otra cosa.
Para los jefes de Estado:
Gobiernen con humildad. No olviden que la patria no es un escritorio: es la gente, la tierra, la historia y los sueños de los más humildes.
Presidente, líder, mandatario: su responsabilidad pesa como el plomo. No gobiernen para los pocos, gobierne para todos. No olviden que detrás de cada decisión hay familias enteras. No teman a los cambios necesarios. Tengan el coraje de defender lo justo, aunque sea impopular. Y sobre todo, duerman tranquilos sabiendo que sirvieron con honestidad.
Para todos:
Como decía mi abuela: “La vida no es de plata, es de paciencia”. Vivamos con sencillez, trabajemos con dignidad y amemos sin medida. Porque al final, lo que nos queda no es lo que tuvimos, sino lo que dimos.
Porque al final, compañeros, la
vida es hermosa si se la vive con sencillez y con el corazón en el otro.
No pierdan la curiosidad, jueguen mucho y hagan preguntas. Lo más lindo que tienen es la ternura. ¡Cuídenla! Y respeten a sus mayores, aunque estén llenos de canas.
Mire, hijo, no se deje corromper por lo material. Juegue en la tierra, mire las estrellas, cuide a los animales y aprenda a escuchar a los grandes. La vida es como una siembra: lo que uno planta hoy, mañana lo recoge. Y no olvide reírse mucho, porque la risa limpia el alma más que cualquier plata.
No se vendan por un celular nuevo. Luchen por causas justas. Tengan rebeldía, pero con amor. ¡Sean locos por cambiar el mundo!
Amigo joven, no vaya tras la fama ni el lujo como único camino. El mundo está lleno de caminos y cada uno tiene su ritmo. Estudie, viaje, pregunte, cuestione, ame, falle, levántese y siga. No se deje engañar por quien le diga que sin dinero no se puede ser feliz — eso es mentira. Lo más valioso no se compra con plata, sino con tiempo y corazón.
No se olviden de soñar. No vivan solo para pagar cuentas. La vida es más que trabajo. Abracen, escuchen, estén presentes.
No crean que ya no sirven. Tienen la sabiduría del tiempo. Cuenten sus historias. Acompañen con cariño. ¡Aún enseñan con solo estar!
Hermano viejo, usted ya ha visto mucho. Ya sembró, ya cosechó, ya sufrió, ya amó. Ahora es tiempo de enseñar con el ejemplo, de dar consejos sin imponerlos, de mirar hacia atrás y sentirse orgulloso de lo hecho. No tema al descanso. Usted no es carga, es memoria. Y la memoria es el alma de un pueblo.
Gracias por sostener la vida. No acepten menos de lo que merecen. ¡El respeto no se negocia!
Mujer fuerte, madre, hermana, amiga… usted es la raíz de todo. No permita que nadie le quite su lugar ni le robe la dignidad. Usted es igual, pero muchas veces más valiente. Amar no es rendirse, es elevar. Si hay algo que el mundo necesita, es más corazón de mujer.
Su trabajo vale. No se dejen pisotear. La dignidad no se arrodilla.
Trabajador, cada jornada que da es importante. Hágalo con orgullo, aunque a veces el salario no alcance. Pero nunca deje de exigir justicia. Usted no es un número, es un ser humano. Y no se canse de luchar por sus derechos. Un sindicato fuerte es el mejor abrigo contra la tormenta.
No sean patrones, sean líderes. Ganar está bien, pero no a costa de explotar. Inviertan también en justicia.
Empresario, usted mueve ruedas, genera trabajo y eso hay que reconocerlo. Pero recuerde: el progreso no es solo ganar dinero, es generar bienestar colectivo. No trate a sus empleados como engranajes, son personas. Una empresa próspera que cuida a sus trabajadores, es una empresa digna.
Sirvan al pueblo, no a su ego. Recuerden que el poder es una carga, no un privilegio.
Político, su oficio es noble, pero peligroso. No confunda el poder con propiedad. Usted no es dueño del Estado, es servidor. No hable bonito solo cuando busca votos. Gobierna quien cumple, no quien promete. Y si no puede servir sin robar, mejor váyase a otra cosa.
Gobiernen con humildad. No olviden que la patria no es un escritorio: es la gente, la tierra, la historia y los sueños de los más humildes.
Presidente, líder, mandatario: su responsabilidad pesa como el plomo. No gobiernen para los pocos, gobierne para todos. No olviden que detrás de cada decisión hay familias enteras. No teman a los cambios necesarios. Tengan el coraje de defender lo justo, aunque sea impopular. Y sobre todo, duerman tranquilos sabiendo que sirvieron con honestidad.
Como decía mi abuela: “La vida no es de plata, es de paciencia”. Vivamos con sencillez, trabajemos con dignidad y amemos sin medida. Porque al final, lo que nos queda no es lo que tuvimos, sino lo que dimos.

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