Insistir,
persistir y no desistir es lo que hacen los triunfadores cuando tienen buenas
razones para hacerlo.
Y es bueno decir lo de las “buenas razones”
porque continuar en el intento sin ellas es tontería o terquedad.
El gran arqueólogo inglés, Howard Carter,
mostró cuan valioso es
perseverar cuando halló la valiosa tumba de Tutankamón.
Era un estudioso y, en contra de otros, buscó esa tumba en el Valle de
los reyes porque tenía datos que le daban confianza.
Inició las excavaciones en 1914 con el apoyo económico del rico
aristócrata Lord Carnarvon que amaba lo egipcio.
La primera Guerra Mundial paralizó la búsqueda
y reinició en 1917. Cinco
años después no había encontrado nada.
En 1922 Carnarvon decidió no dar más dinero, pero Carter lo convenció y en
noviembre de ese año se halló el tesoro.
Carter
era un trabajador incansable y encontró la única tumba intacta de un faraón. El
mejor fruto por su perseverancia.
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