El virus del papiloma humano (VPH o HPV del inglés human
papilomavirus) es un grupo diverso de virus ADN que representa una de las enfermedades de transmisión
sexual más común, conociéndose más de 100 tipos virales que, en relación
a su patogenia oncológica, se
clasifican en tipos de alto y de bajo riesgo oncológico.
La
mayoría de los VPH no causan ningún síntoma en la mayor parte de la gente.
Algunos tipos de VPH pueden causar verrugas, mientras otros pueden generar
infecciones, que pueden (en una minoría de casos) dar lugar a cáncer cervical, cáncer de vulva,
vagina y ano en mujeres, o cáncer de ano y pene en hombres.
La
mayor parte de la gente infectada por VPH desconoce que lo está.
Algunos tipos de VPH transmitidos por contacto sexual pueden producir verrugas
genitales. La infección persistente con algunos tipos de VPH
transmitidos sexualmente denominados de «alto riesgo» (diferentes de los que
causan verrugas) puede evolucionar y producir lesiones precancerosas y cáncer
invasivo.
La infección con VPH es la causa principal de casi todos
los casos de cáncer cervical, aunque en la mayor parte de las infecciones con
este tipo de virus no se produce ninguna patología.
En el año 2008, el médico alemán Harald zur Hausen
(1936-) recibió el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de VPH como
una causa de cáncer cervical.
La mayor parte de las infecciones con VPH en mujeres
jóvenes son temporales, y tienen poca importancia a largo plazo. El 70 % de las infecciones
desaparecen en 1 año y el 90 % en 2 años. Sin embargo, cuando la infección
persiste ―entre el 5 y el 10 por ciento de las mujeres infectadas― existe el
riesgo de desarrollar lesiones precancerosas en el cuello del útero (el
cérvix), que puede progresar a cáncer cervical invasivo. Este proceso
normalmente lleva entre 15 y 20 años, dando muchas oportunidades a la detección
y el tratamiento de las lesiones precancerosas, a menudo con altas tasas de
curación.
En
los países con recursos financieros suficientes se utiliza el test cervical
papanicolaou (pap) para detectar células anormales que podrían degenerar en
cancerosas. Un examen cervical (inspección visual) también puede detectar
verrugas y otros crecimientos anormales, que aparecen como manchas
blancas en la piel cuando se lavan con ácido acético. Las células anormales y
cancerosas pueden eliminarse con un procedimiento simple, normalmente con un
asa cauterizante o ―más frecuentemente en el mundo desarrollado― por
congelación (crioterapia). Recientemente se han desarrollado tests de ADN para
detectar VPH, más sensibles que el test pap y la inspección visual.
Los
tests pap han reducido la incidencia y los fallecimientos por cáncer cervical
en el mundo desarrollado, pero aun así hubo 11000 casos y 3900 fallecimientos
en Estados Unidos en el año 2008. El cáncer cervical presenta una
elevada mortalidad en áreas pobres en recursos; a nivel mundial, se producen
490.000 casos y 270.000 fallecimientos.
Sobre todo debido
a que el test pap es difícil de mantener en centros con pocos recursos, entre el 80 y el 85 % de los fallecimientos por cáncer cervical tienen
lugar en los países en desarrollo.
Las vacunas VPH, Cervarix y
Gardasil, que previenen la infección con los tipos de VPH que causan
el 70 % del cáncer cervical (tipos 16 y 18), pueden conducir a reducciones
mayores.
Se estima que el VPH es la infección por transmisión
sexual más frecuente en Estados Unidos. Cerca de 6,2 millones de
estadounidenses entre 15 y 44 años se infectaron con VPH genital en el año
2000. De estos, el 74 % tenía entre 15 y 24 años.
La
mayor parte de los hombres y mujeres sexualmente activos probablemente
adquirirán una infección genital por VPH en algún momento de su vida.
Un estudio halló que, durante 2003 y 2004, en un momento
cualquiera, un 26,8 % de
mujeres entre 14 a 59 años estaban infectadas con al menos un tipo de VPH.
El 15,2 % estaban infectadas con uno o más de los tipos
de alto riesgo que pueden producir cáncer.
El hecho clave que llevó a los investigadores a
relacionar la infección por VPH transimitida sexualmente con el cáncer cervical
fue las mayores tasas de
cáncer cervical registradas en prostitutas en comparación con las tasas
registradas en monjas. Hoy en día muchos estudios han demostrado
claramente que el VPH se transmite fundamentalmente por contacto sexual.
Sin embargo, mientras que hace 50 años el cáncer cervical era la causa principal de
los fallecimientos de mujeres en Estados Unidos, en la actualidad la tasa de
fallecimientos se ha reducido en dos
tercios hasta representar en este momento la octava causa de fallecimientos.
La mayor parte de esta reducción se debe a la detección
temprana gracias a la eficacia del test pap y la inspección visual
del cérvix.
De acuerdo a la Revista de la Asociación Médica
Estadounidense, la prevalencia de la infección con VPH entre mujeres
estadounidenses es como sigue:
Prevalencia de VPH por edad
Edad (años) Prevalencia
14 a 19 24,5
%
20 a 24 44,8
%
25 a 29 27,4
%
30 a 39 27,5
%
40 a 49 25,2
%
50 a 59 19,6
%
14 a 59 26,8
%
Puede observarse que la prevalencia presenta un pico en las jóvenes de 20 a
24 años (relacionado con el inicio sexual) y disminuye con la edad, cuando aumentan las relaciones monógamas. Esto puede deberse
a que la infección es controlada y eliminada por el sistema inmune, o que cae a
niveles indetectables a pesar de seguir presente en el cuerpo. Probablemente
VPH permanece en las células de un individuo infectado por tiempo indefinido, a
menudo en estado latente.
Las
infecciones por VPH ocurren a nivel mundial. No hay países,
razas, edades o sexos que no estén atacados.
Se les encomienda a las mujeres
hacerse anualmente un pap para detectar anormalidades celulares causadas por
VPH.
La vacuna VPH, Gardasil, protege contra los dos tipos de
VPH que causan el 70 % de los casos de cáncer cervical, y los dos tipos de VPH
causantes del 90 % de las verrugas genitales.
El CDC recomienda la vacunación entre los 11 y 26 años.
Durante la fase de desarrollo,
las células precancerosas pueden ser detectadas por una citología anual o
semianual de papanicolaou (coloquialmente «pap»).
El pap es una estrategia efectiva para reducir el riesgo
de cáncer cervical. El test pap involucra tomar tejido del cérvix, colocarlo en
una platina de vidrio, y examinar bajo microscopio para detectar células
anormales. Es un método
efectivo en un 70 a 80 % para detectar anormalidades celulares causadas por VPH.
Los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades de Estados Unidos recomiendan que las mujeres se
hagan el pap no más allá de 3 años después de su primera relación sexual y no
más de 21 años de edad.
Las mujeres deben hacerse un pap
cada año hasta los 30. Y después, deben discutir los factores de
riesgo con su médico para determinar si el pap debería hacerse anualmente. Si
los factores de riesgo son bajos y los pap previos han dado negativo, muchas mujerers solo necesitan hacerse
el test cada 2 o 3 años hasta los 65
Puesto que las actuales vacunas no protegen a las mujeres
frente a todos los serotipos de VPH que causan cáncer cervical, es importante que las mujeres sigan con las pruebas de citología y
papanicolau, incluso después de haber recibido la vacuna.
Algunos de los síntomas más importantes que sugieren la
presencia de virus del papiloma humano son:
Irritaciones
constantes en la entrada de la vagina con ardor y sensación de quemadura
durante las relaciones sexuales.
Pequeñas
verrugas en el área ano-genital: cérvix, vagina, vulva y uretra (en mujeres) y
pene, uretra y escroto (en varones).
Pueden variar en apariencia (verrugas planas no visibles
o acuminadas si visibles), número y tamaño por lo que se necesita de la
asistencia de un especialista para su diagnóstico. Alteraciones del
Papanicolaou que nos habla de que en el cuello del útero hay lesiones escamosas
Intraepiteliales (zonas infectadas por VPH, que pueden provocar cáncer).
El uso de preservativo protege
de la infección por HPV en un 70 % de los casos.
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