Son los niños que nacieron en el siglo
XXI y tienen más amigos virtuales que reales.
Nacieron
entre finales del siglo XX y la primera década del siglo XXI y hoy tienen, en promedio, entre 6
y 12 años. La
tecnología es, para la mayoría, parte central de su vida y casi una extensión
de su propio cuerpo. Son la ‘generación Z’ o ‘generación Web’, la primera absolutamente
digital, y plantean un
desafío para sus padres (muchas veces en desventaja en cuanto al manejo
de los dispositivos tecnológicos), la escuela y el futuro mundo laboral.
Acontecimientos
mundiales como la caída de las Torres Gemelas, la explosión de la burbuja
puntocom y el auge de las redes sociales atraviesan a estos menores a nivel
global.
Si
bien aún no hay un acuerdo sobre el rango preciso de la edad, algunos
especialistas coinciden en
diferenciar a los Z1 (nacidos entre 1996 y el 2002, que hoy tienen entre 10 y
15 años) de los Z2,
nacidos entre el 2003 y el 2010, que hoy tienen menos de 10. "Los
‘Z’ son en su mayoría hijos de la ‘generación X’ (1964-1980), y comparten con
sus padres algunos valores y el uso de dispositivos tecnológicos". "A
partir del 2010 ya se habla de una nueva generación, los ‘Alfa’, que son los
hijos de la ‘generación Y’ (1981-1995)".
“Puedo hacer la tarea con el
computador y la televisión prendida, pero si me ve mi mamá, me dice que las
apague", cuenta Juan Cruz, de 9 años. Esta extraña capacidad de hacer varias cosas
al mismo tiempo (‘multitasking’) es algo que asombra a padres y maestros
de la ‘generación X’.
"Tengo
un netbook para el colegio, pero
me gusta más usar el iPad de mi papá, cuando me la presta",
confiesa Manuela, de 7, que vive en Buenos Aires, Argentina.
Un
rasgo esencial de la ‘generación Z’ es que "han crecido y jugado con las tecnologías que sus
padres utilizan para trabajar: celulares, computadores y tabletas, algo que no
ocurría con generaciones anteriores. En este sentido, podemos intuir que
a la hora de ingresar al
mundo laboral la ‘generación Z’ tendrá una ventaja de capacitación y
entrenamiento que otras generaciones no tuvieron. Sin embargo, cabe
preguntarse si no se estará criando una generación tecnodependiente, incapaz de vivir desconectada".
La velocidad del avance tecnológico es
el rasgo que más define a esta generación. Si uno se enfocara solo en la tecnología,
podría pensar que el mundo
gira cada vez más rápido. La radio, como dispositivo rupturista, tardó 38 años en llegar a 50
millones de usuarios. A la TV le bastaron solo 13 para alcanzar esa misma masividad.
La Web estuvo al alcance de 50 millones de usuarios en solamente cuatro años, mientras que el
iPod lo hizo en tres,
y Facebook, en dos.
Los saltos innovadores son
cada vez más cortos; las tecnologías son más accesibles, lo que hace que
la conexión entre las generaciones cercanas sea más sólida y sus contrastes,
más borrosos.
Por
otro lado, fenómenos como el terrorismo global o las catástrofes naturales, han
creado un mundo menos estable o más líquido, y han hecho que la adaptación al cambio se convierta en la
norma.
Si se decía que los ‘X’ y los ‘Y’
fueron criados por la televisión, la ‘generación Z’ está siendo criada por
Internet y el celular.
En
la mayoría de los hogares
de la ‘generación Z’, ambos padres trabajan, y en muchos casos, son
hogares monoparentales donde
la madre es jefa de hogar y trabaja todo el día. Muchos de ellos han sido criados por sus abuelos,
empleadas o pasan buena parte del tiempo extraescolar solos. La TV e Internet
son una gran compañía, y también el celular, que si bien les da "cierta
independencia", también los mantiene dependientes de sus padres hasta más
allá de la adolescencia.
Sobre
todo a partir del secundario (los ‘Z1’), los menores llevan el teléfono móvil al colegio. Gran parte de ellos se mantiene
comunicado con sus padres dentro del horario escolar. Por una parte, el celular les otorga
a los preadolescentes una
sensación de libertad al salir de sus casas y estar aun así conectados,
mientras que muchos padres
dicen sentirse más seguros si saben que pueden comunicarse con sus hijos en
cualquier momento a través del celular, en una suerte de "extensión del cordón
umbilical", como describe el especialista en comunicación.
"En mi tiempo libre escucho
música, juego en Internet y chateo con mis amigas. Uso el computador unas dos
horas por día y miro la televisión una hora", contabiliza Julieta
Morante, de 12 años. En el 2013 tendrá celular nuevo (el que tenía hasta ahora
era un equipo de su mamá) porque
va a ir y volver sola del colegio.
"Para los ‘Z’, la vida transita y
se resuelve a través de diferentes pantallas", según lo dice una
psicóloga especialista en ‘coaching’ organizacional. El problema aquí es que "Internet los ha vuelto
rehenes de lo breve y la instantaneidad". La capacidad de atención
y el pensamiento lógico racional dan lugar a un modo de atención discontinua y un pensamiento
superficial, que va de un tema a otro, en forma rápida y superficial, como se hace ‘zapping’ o se navega de un ‘link’ a otro.
Es
lo que Nicholas Carr, autor de ‘Superficiales, qué está haciendo
Internet con nuestras mentes’, llama "la muerte del pensamiento lineal,
que está siendo desplazado por otra clase de configuración mental que necesita
y desea recibir y diseminar información en estallidos cortos, descoordinados y
veloces". Carr cita un estudio de la Universidad de Florida
State sobre los efectos de Internet en la ‘generación Web’, cuyos integrantes "ya no leen necesariamente una página de arriba hacia abajo ni de
izquierda a derecha, sino que escanean y saltan las páginas, buscando palabras
clave".
La
televisión sigue ocupando
un lugar central en la vida de estos chicos que cuentan, a diferencia de
las generaciones anteriores, con
múltiples opciones dirigidas a ellos. De Disney Channel a Cartoon
Network y de Discovery Kids a Nickelodeon, la oferta es extensa en horarios y contenidos. La
mayoría dice que sus
padres fijan horarios para mirar la televisión, aunque muchos confiesan que en
su casa el aparato está encendido todo el día.
Les tocará vivir las consecuencias del actual modelo de
producción y consumo que está llevando a un colapso social y ambiental. Lejos de tener una
mirada escéptica o desentendida, los jóvenes ‘Z’ no solo se muestran involucrados, sino que esbozan
algunas soluciones para estos dos grandes problemas.
"Me
preocupa que haya un tornado, y que la gente está ensuciando el planeta",
dice Juan Cruz López Guiliani (6 años). Guadalupe, su hermana melliza, agrega
que no le gusta que "contaminen la Tierra, y que haya
gente sin casa o que pase frío porque no tiene gas". Catalina
Hinc (6 años) advierte: "están cortando todos los
árboles, no vamos a poder respirar".
Pilar
Landa, de 9 años, se siente preocupada "por
la capa de ozono, que está rota, y porque andan diciendo que es el fin del
mundo". Para Nicolás Morante (8), el problema es que "hay mucho tránsito y suciedad".
Jeroën
Boschma, experto en marketing infantil considera que "estamos ante
una generación que vuelve a creer en una construcción colectiva y
colaborativa". Este autor describe a los niños de hoy como "más rápidos, más listos y más sociables, capaces de navegar
en un mar de información. Pensar lateralmente en lugar de hacerlo en forma
lineal los hace más adaptables y creativos".
Jugar
a los jueguitos, para los varones, y chatear, para las niñas, son las formas de
entretenimiento más mencionadas. El entretenimiento en la calle queda relegado a aquellos que viven en
un barrio cerrado o en una ciudad pequeña. El temor por la inseguridad es el principal argumento
que abona esta forma de diversión virtual y sedentaria.
Al
mismo tiempo, la facilidad con la que hoy se accede a la
información y a los bienes en amplios sectores de las clases medias hace pensar
que el esfuerzo por conseguir algo carece de sentido. Los chicos de
la ‘generación Web’ viven en sociedades de
abundancia y consumo: de productos, de marcas, de estímulos, y parecen tener
todo al alcance de un clic.
A la hora de estudiar, esta generación
prefiere los libros, pero para hacer tareas y consultar dudas, recurren a
Internet.
La mayoría tiene celulares
de gama media y alta (con acceso a Internet) y los usan constantemente, como
diccionario, calculadora y para mandarse mensajes con los amigos usando el
‘chat’ de BlackBerry o el programa gratuito WhatsApp.
Como
ocurre con los ‘Z2’ más pequeños, los adolescentes también
manifiestan aburrirse en muchas clases. E imaginan que en la
universidad podrán aprender con una mezcla entre libros, casos reales y
tecnología, y que aquello que estudien será interesante porque estará vinculado
a lo que les gusta.
Para la mayoría de ellos el éxito no es trabajar en una
empresa, sino ser independiente y emprendedor. Es probable que en unos cinco o seis
años, cuando ingrese al mundo laboral esta nueva generación, se hayan afianzado
algunos cambios que hoy apenas se esbozan. "Habrá nuevas profesiones,
vinculadas con la economía digital, y una flexibilidad mayor en la que el
trabajo móvil será la regla más que la excepción".
Según
la consultora Pricewaterhousecoopers, "el mercado de trabajo sufrirá cambios radicales en el
próximo decenio". De acuerdo con el informe ‘La gestión de personas
en 2020’, basada en 3.000 entrevistas realizadas a ejecutivos del área de
Recursos Humanos en el mundo, se plantean tres posibles escenarios.
1
El primero es el escenario
azul, con corporaciones cada vez más grandes que ofrecerán a sus
empleados un plan de carrera en el que podrán viajar y capacitarse dentro de una misma compañía.
2
El segundo es un mundo naranja,
en el que las empresas tenderán a escindirse para trabajar en redes de
colaboración entre compañías medianas y pequeñas.
3
Por último, estará el
mundo verde, de aquellas empresas sociales que apuntarán tanto a la
generación de valor económico como al valor social y el cuidado ambiental, un modelo que
presumiblemente resultará más atractivo para los más jóvenes.
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