Cuando todo lo demás falle, apóyate en Dios que es
Amor.
¿Qué
debo hacer para que se haga realidad en mi Vida el Amor de Dios?
¿Cómo vivir en este mundo, con todos sus
problemas, en el verdadero Amor a Dios,
al prójimo y a uno mismo?
El Amor divino ayuda a sanar el corazón herido y clama el corazón.
Dios es un Dios de propósito. Él Creó todo con un
propósito
No conocemos todos los propósitos.
Para poder
descubrir nuestro propósito, aprende a conocerte a ti mismo, luego habla con
Dios y déjate guiar.
El propósito de Dios es la clave para nuestra
plenitud.
El
propósito de algo es lo que determina su naturaleza, su función y necesidades.
¿Qué debo hacer para que se haga realidad en mi
Vida el Amor de Dios?
Lo primero que debes hacer es conocer el sagrado
propósito que el Dios que es Todo Amor tiene para ti.
Su
intención es que brillemos a su imagen y semejanza; Su íntima naturaleza es
Amor, por tanto debemos moldear cada instante presente de nuestra Vida, para que
Dios se haga realidad en Ella.
En cada
instante presente nosotros podemos elegir aceptar o ignorar Su propósito.
En cada momento de Vida, nos está dada la
posibilidad de reflejar el Amor o entregarnos a la experiencia del miedo (lo
opuesto del Amor).
El miedo es
producto del ego y El ego es lo que experimentamos cuando nos creemos separados
del Amor
Dios creó
todo con una intención: extender el Amor incondicional que Él mismo Es.
Ese
propósito se expresa sin excepción a través de cada una de Sus creaciones
(ninguna es "más especial", "menos especial",
"superior" o "inferior" a las otras). Todos somos iguales,
todos tenemos las mismas oportunidades.
Cuando creemos que nuestra Vida carece de
propósito, padecemos el estado de irrealidad llamado miedo: allí nos sentimos
separados del Amor.
Pero es algo que podemos cambiar fácilmente … ¡porque el Amor siempre está a un
pequeño paso de distancia! –basta despertar para hallarse de nuevo en sus
entrañables brazos.
Por esto
cuando tus pensamientos te hagan creer que has fallado en la Vida, ¡es esencial
que pidas ayuda! Apóyate sin demora en el sagrado propósito del Amor…
Algunas
veces desconocemos el propósito de Dios porque hemos olvidado su intención
original de extender el Amor que Somos. Platón, decía: "No venimos a
aprender sino a recordar".
El único propósito de nuestra Vida es recordar el
Amor que ya Somos. Olvidar que somos el Amor puede prolongar nuestra pesadilla.
Cuando desconocemos el propósito del Amor, el
abuso (físico, afectivo, emocional) es inevitable. Sumidos en el pensamiento del miedo, el
abuso se vuelve inevitable.
Como substituto del Amor, recurrimos a las
adicciones para llenar el vacío interior de nuestro ego.
Somos
adictos al éxito, al fracaso, a ejercer el poder (y a ser triturados por él), a
ser sometidos, a discutir, a sufrir, al sexo, a la comida, a ver T.V., a
comprar, a victimizarnos, a victimizar, a tener la razón, a estar enfermos, a
humillar y ser humillados, a escuchar música, a adquirir libros, a fumar, a al
alcohol, a atesorar objetos, a acumular conocimientos, a reunir estampillas, a
coleccionar parejas, a trabajar en exceso, a pensar en exceso… en nuestra
enajenación, creemos que tales neurosis y sus juguetes nos proveen una
identidad; nada más falso: embotan nuestro entendimiento, dañan nuestra
intuición, saturan nuestros sentidos y nos ocultan el Amor que habita dentro de
nosotros.
Cada ego no
es más que un vacío incapaz de sostenerse a sí mismo: por ende, necesita
atiborrarse de neurosis para llegar a ser "algo" o
"alguien"; de esta manera, calma (temporalmente) el miedo
existencial, que le produce "no ser nada", "perder su
identidad", "sentirse vacío".
El
comportamiento habitual de ese "alguien" será abusar (o ser abusado)
a fin de llenarse de pesadillas que le hagan sentirse separado del Uno¡ y así
conservar eso que llamamos "personalidad"!
Y desde ese
punto de vista, el ego lleva razón; porque cuando comenzamos a recordar lo
completos y abundantes que somos en el Amor, de inmediato menguan los abusos…
¡las neurosis y adicciones dejan de ser necesarios!
Para poder
descubrir el propósito de algo pregúntale al Creador
El
propósito fundamental para el cual fuimos creados es amar. Es imperativo que
retomemos nuestra comunicación con el Creador.
La "oración" es el estado de plena
comunicación con el Amor, que no es algo diferente a comunicarnos con Dios.
Somos
profundamente infelices llenos de “adicciones” nos prometen una felicidad que
nunca llega! Así que el mejor camino es la oración.
La oración es un estado de fluida comunicación con
Dios; es una experiencia de profunda Paz y Amor en el que miedos y neurosis han
sido extinguidos.
Cuando el estado de oración se vuelve permanente en nosotros, vivenciamos lo
que ciertos místicos han denominado "Iluminación". Mientras esto no
sucede, habitamos una zona grisácea donde a veces llueve y a veces sale el Sol;
a veces amamos y a veces odiamos; a veces tenemos ganas de vivir… ¡y a veces
quisiéramos desaparecer!
La oración
no tiene una forma o metodología específica: no puede tenerla porque las
expresiones de Amor son tan infinitas como el Uno que las genera. En tal
sentido, cada ser vivo, cada habitante del Universo, cada corporación religiosa
tiene legítimo derecho a desarrollar su particular método de orar –y todos
funcionan, siempre que sirvan de espejos para reflejar el Amor infinito.
Es
imposible pensar que determinada religión, persona, gurú, u organismo tiene
"la forma verdadera de oración”, el “método único de meditación”, la forma
"superior" de canalizar el Amor del Uno.
Si eres de
las personas que se siente bien con las plegarias litúrgicas, ¡perfecto!: si
rezar un Padre Nuestro, postrarte hacia La Meca, repetir un mantra budista o
recitar una invocación que aprendiste de mamá te llena de calma y afecto,
¡adelante! Asimismo, cualquier actividad cotidiana (recoger la basura, leer,
pintar, trabajar, etc…) también pueden
ser convertidas en oración.
Dios nos
dio los dones y nos puso todo lo creado a cada uno de nosotros, bajo el
gobierno del Amor.
Tu puedes poner tus dones al servicio del Amor.
Tu puedes
alcanzar una Paz muy grande si a cada instante presente ofreces tu trabajo y
pones tus dones al servicio de Dios en estado de oración.
La oración
se convierte en hábito y empiezas a impregnar a los demás de tu existencia. Es
un proceso gradual.
Ahora debes
reflexionar
¿Cuál es tu
don?
¿Cuál es tu
talento o aptitud más preciada?
¿Cocinar,
cantar, hacer deporte, dirigir empresas, hacer cuentas, diseñar, cuidar bebés,
sanar al prójimo, observar el cielo, escribir, hacer las tareas domésticas,
enseñar?
No importa
cuál sea: convierte tu don en oración cotidiana.
Lo ideal es
que cada uno de nosotros haga de su don y su trabajo un constante fluir en el
Amor.
¿Pregúntate si lo que estás haciendo en este
instante sigue el propósito del Amor o del miedo? Desarrolla tu estilo
particular de oración.
Con ese
constante entrenamiento espiritual, pronto sabrás como responder a cada
actividad y actitud de tu Vida…
¡Poco a
poco, se te hará más fácil escuchar la Voz de Dios y seguir Su sacro propósito!.
Encontramos nuestro propósito solamente en la mente de nuestro Creador
Cuando
nuestra comunicación con Dios se torna fiel hábito, nuestra mente se modela a
su imagen y semejanza. Su
propósito –el Amor- deviene nuestro único propósito; Sus pensamientos pasan a
ser nuestros pensamientos; Su identidad pasa a ser la nuestra.
Cesan las
discordancias, los distanciamientos, las ilusorias jerarquías, los prejuicios,
las neurosis, las adicciones;
En este
punto del camino, ya no tenemos que tomar más decisiones: escuchamos cómo la
Voz del Amor que nos instruye clara y nítidamente en cada situación…
Basta con
poner cada dificultad en oración… ¡y esperar que el Amor responda!
El propósito de Dios es la clave para nuestra
plenitud.
Hechos Uno con el Amor, ¿necesitaremos algo más?
¿Es posible experimentar mayor plenitud que ser
Uno con el Todo?
No es necesario ir más lejos: la Realidad es así
de simple.
Que Dios colme de bendiciones cada instante de tu
Vida,
Amén.
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