Hace
un siglo, Albert Einstein predijo en su Teoría General de la Relatividad, que
el tejido espacio temporal de que estaba formado el universo podría medirse a
través de las ondulaciones producidas por eventos protagonizados por cuerpos de
gran masa, como los agujeros negros. Pero falleció sin poder demostrarlo.
A
día de hoy, el sueño de Einstein se ha visto cumplido. La primera detección de ondas
gravitacionales se produjo a principios del año 2016, y desde entonces
han tenido lugar sucesivas detecciones que no han dejado de sumar puntos al
marcador de la Relatividad.
Un descubrimiento histórico que se ha producido gracias a
un proyecto de décadas, LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory),
que utilizó un par de gigantescos interferómetros láser para medir cómo la gravedad de la ola pasó por la
Tierra. Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne encabezaron el proyecto,
lo que les ha llevado a ser galardonados con el Premio Nobel de Física 2017.
Pero, ¿qué son estas ondas gravitacionales? El divulgador
científico Javier Santaolalla es ingeniero, doctor en física de partículas y
antiguo investigador en el CERN (Organización Europea para la Investigación
Nuclear), nos explica este concepto con una metáfora muy sencilla: el tejido espacio tiempo en
realidad es un tejido flexible que se puede doblar y se puede plegar.
Igual que una lona flexible, la puedes golpear. Si la golpeas con mucha fuerza,
en el tejido se genera una onda, igual que si tiras una piedra a un estanque.
Esa
onda se propaga por todo el espacio y llega hasta nosotros; esa onda
gravitacional es una onda
de espacio-tiempo. Y es precisamente como lo podemos medir, como un
estiramiento o compresión del espacio-tiempo de forma local.
La
quinta detección de ondas gravitacionales, anunciada en octubre de 2017, es la
más sorprendente de toda la historia, dado que se ha producido, en lugar de por
ondas, por luz; la luz de la fusión de dos estrellas de neutrones, en
lugar de las detecciones anteriores derivadas de los agujeros negros que se
habían realizado hasta el momento. Los agujeros negros no emiten luz, así que se esperaba que las
estrellas de neutrones pudieran provocar y detectar también este fenómeno
físico, como eventualmente se ha podido comprobar.
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