La
compasión es un lindo nombre del amor que se apiada del dolor o el mal ajeno,
compasión es la sensibilidad que te impulsa a ayudar.
Compasión es un buen corazón, es la hermosa capacidad de
sentir el sufrimiento del otro y estar a su lado apoyándolo.
No es pesar ni lástima, es esa bondad que Jesús alabó en
su preciosa parábola del buen samaritano: Lucas 10, 25-37.
Es
la virtud que más se valora en el budismo y que de un modo ejemplar practicaron
seres lindos como Francisco de Asís y Teresa de Calcuta.
Alégrate si sientes el dolor de los demás y haces lo que
esté en tus manos para dar alivio, consuelo y apoyo solidario.
La
compasión está emparentada con la empatía, el altruismo, la misericordia y la
virtud de la generosidad.
Cierto día La Hada de la compasión hizo magia y a un rico
avaro, solitario y amargado, lo puso a mendigar para poder comer.
Así estuvo un mes y cuando salió de ese hechizo volvió con un nuevo corazón y se
convirtió en un ser bueno, dadivoso y querido por todos.
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