Educar
es cultivar la motivación intrínseca de los niños y la capacidad para resolver
problemas y pensar por sí mismos.
Es
ofrecer libertad y respeto, ayudarles a tener
principios y que para
actuar no dependan de premios ni castigos.
Hay que aceptar las fallas, ver el error no como algo
horrible, sino como el motor del aprendizaje, y fomentar la colaboración
más que la competitividad.
Hogar y centro educativo unidos deben propiciar la autonomía de
los niños para que amando se sientan responsables y capaces.
Que como parte de la familia puedan participar de las
decisiones que les afectan y se enseñen a dar y no solo a recibir.
El fin último no es lograr mentes llenas de
información, sino
corazones llenos de amor y contar con buenos seres humanos.
En el
sistema educativo falta juego, falta emoción y falta vivencia. Los contenidos
son importantes, pero es clave educar en la inteligencia emocional y espiritual
La información está en internet y sirve muy
poco si los niños y los
jóvenes no están bien emocionalmente y espiritualmente.
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