A un
empresario le falló su computador y alguien le recomendó a un experto que era
el mejor en su campo.
Cuando llegó desarmó el computador, realizó varios
chequeos y en poco tiempo cambió un chip, hizo una soldadura, y el aparato
volvió a funcionar.
En
su labor se demoró solamente unos quince minutos y entonces le pasó al
empresario una cuenta por 200 dólares.
El dueño del aparato se ofuscó al mirar el monto de la
factura y entonces le dijo en un tono fuerte al experto:
- ¿A usted no le parece un descaro cobrarme 200 dólares
por algo que a usted solo le tomó quince minutos reparar?
El otro permaneció tranquilo, sonrió, pidió un papel, se
sentó a escribir y le pasó esta nota al airado empresario:
-
Comprendo su molestia. Le aclaro: 20 dólares por el nuevo chip. 30 por la
reparación. 50 por saber qué hacer, 100 por los cinco años que estudié para
saber qué hacer.
El empresario se calmó, también sonrió, le dio el dinero
y le dijo: Gracias, me ha
dado usted una valiosa enseñanza.
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