No
basta decirle a los hijos cómo comportarse: se debe poner ejemplo.
Pedir a
los hijos que respondan a exigencias de la sociedad solo es posible si padres
dan ejemplo.
Uno
debe comportarse como quiere que se comporten sus hijos. Esa es la mejor manera
de enseñarles a los niños a cumplir con sus responsabilidades sociales,
familiares y cívicas. Que tengan como acompañantes a unos adultos
coherentes y que en verdad cumplan las suyas.
Y este es un derecho de los menores: crecer en una familia
que les brinde acompañamiento, cuidado y buen ejemplo. "Esto se fundamenta en la crianza, la
educación y la formación", afirma el abogado Manuel López, asesor
en derechos de infancia y adolescencia.
Muchos de los comportamientos de los niños están
relacionados con lo que se adquiere en casa. Para la psicóloga de familia María
Helena López, "la
familia es la formadora por excelencia de los valores que posibilitan la
convivencia".
De allí que la tolerancia, el respeto por el otro, la
responsabilidad de los actos propios y el respeto por lo público y por el medio
ambiente sean valores básicos que se aprenden a partir del ejemplo en la
cotidianidad de la familia y la escuela.
Pero
existe un gran vacío, que a la vez es una paradoja: los niños no cumplen con
estos deberes porque son víctimas del incumplimiento e irrespeto de sus
derechos. "¿Cómo pedirles a los niños que respeten a los demás si
son maltratados en casa? ¿Cómo exigirle a la escuela que los forme en
ciudadanía si en su hogar nunca lo han hecho?", cuestiona Manuel López.
Hoy, "dos de los derechos que más se les vulneran a los niños y a los
adolescentes son el trato digno y la participación", dice el
abogado Carlos Tejeiro. Si ellos mismos no lo han vivido o sufrido en carne
propia, es difícil que aprendan a tratar bien a otros o a escucharlos.
Para los expertos, un niño siente que tiene derecho al trato
digno cuando sus padres le
muestran los límites que no pueden cruzar los demás frente a su cuerpo y a su
manera de ser. De esta forma, respetándolo como persona, él puede ser
recíproco con sus semejantes.
Una forma de mostrarle que tiene derecho a la salud, por
ejemplo, es garantizarle
que acceda sin restricción a los servicios médicos y vea que sus padres se
preocupan por su bienestar y por el de ellos mismos. También, a ser
escuchado, cuando se le involucra en la construcción de normas en el hogar.
Tratarlos como personas capaces de cumplir.
"La
mejor manera de que respondan con sus responsabilidades es que entiendan que
los demás piensan, sienten y actúan de forma distinta", agrega el
abogado López, entendiendo que se le debe dar al otro la dignidad que todos nos
merecemos.
¿Cómo
cumplir?
¿De qué forma enseñarles a cumplir sus responsabilidades?
Estas son claves porque contienen un sentido de construcción de ciudadanía.
1. No
agredir
Enséñeles a no agredir a otros y a defenderse sin violencia,
a ser solidarios. De esta manera, no tenderán a maltratar a sus compañeros.
2.
Asumir
Motívelos para que reflexionen sobre sus propios actos cada
vez que se equivoquen y no adjudiquen a otros la responsabilidad.
3.
Empatía
Invítelos a ponerse en los zapatos de los demás. Así,
aprenden a respetar a los otros, sin importar su raza, religión, nacionalidad o
impedimentos físicos.
4.
Compromiso
Motive a sus hijos a que se responsabilicen por su
comportamiento cuando crea que han tenido alguna falla.
Que
conozcan sus derechos
¿Cómo
explicarles?
No basta con decirles a los hijos cómo deben comportarse,
muéstreles cómo: no diga mentiras, sea puntual, no discrimine, respete,
aliméntese bien...
Trátelos con respeto y dignidad y enséñeles que esta es la
base de las buenas relaciones con los demás.
Aunque todo acto tiene consecuencias, las sanciones que le
imponga a sus hijos no deben ser castigos físicos ni restricción de cosas que
les gusten. Estas deben tener una función educativa y reparadora: si dañaron
algo, que lo arreglen.
Enséñeles que nadie puede agredirlos ni discri- minarlos por
su manera de vestir, pensar o actuar.
Haga
reuniones familiares donde todos puedan expresar lo que sienten, de manera que
los niños cuenten qué cosas, a su juicio, han sido injustas.
Cuando
los confronte acerca de una conducta en particular, refiérase a comportamientos
específicos y no a ellos como personas.
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