¿Cuántos conocen el cuento de Gúliver y los liliputenses?
En sus viajes, Gúliver
llega a la tierra de los liliputenses quienes medían sólo quince centímetros de alto.
Cansado, Gúliver se acuesta en un pasto y se duerme.
Al acercarse los
liliputenses minúsculos, se sorprenden al descubrir un ser tan enorme y no
tardan en concebir e implementar un plan de amarrar al "gigante" Gúliver con soguitas y
estaquitas.
Al despertar Gúliver, no puede moverse. Efectivamente, la gente diminuta, usando cosas
diminutas, lo habían inmovilizado. ¡Qué situación más ridícula y embarazosa!
En la iglesia del Señor, a
veces la gente de poca estatura espiritual, "inmoviliza" con sus
cosas diminutas al obrero del Señor, mayormente cuando el obrero se duerme en
medio de ellos.
Esa "gente minúscula" con sus "cosas
diminutas" anula las fuerzas del obrero, poniéndolo en ridículo frente a
la iglesia y al mundo. ¡Qué situación más embarazosa para el obrero!
El mundo está lleno de "Liliputenses" que se
empeñan en atarnos. Si se lo permitimos,
nos atarán con infinidad de ligaduras insignificantes y débiles pero que unidas
y enlazadas, virtualmente nos inmovilizan en cuanto a realizar las obras
importantes del Reino.
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