Recuerde el alma dormida, avive el seso
y despierte contemplando
cómo se pasa la vida, cómo se viene la
muerte tan callando.
Versos
profundos del poeta español Jorge Manrique, 1440-1479, que están en su poema
“Coplas a la muerte” de su padre Rodrigo.
La estrofa completa sigue así: Cuán
presto se va el placer; cómo después de acordado da dolor; cómo a nuestro
parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor.
Es
interesante que el bardo invite al alma a despertar. Es que las almas dormidas
abundan y también hay “almas muertas” como lo expresó el literato ruso Gogol.
Almas anestesiadas por bienes efímeros,
el poder y lo material, que no son malos, pero atrapan y enceguecen o crean
adicción.
El
nombre Buda significa “despierto” porque ese Maestro comprendió que existía una
realidad más valiosa que la material, salió de su sueño y se iluminó.
Cuida tu espíritu que es más que tu
alma porque es divino y el alma es la fuerza que dinamiza el cuerpo dentro de
él.
Pocos dedican tiempo a nutrir su
espíritu. Hazlo y
está alerta o despierto en un mundo de gente dormida o anestesiada. No saben quiénes son ni a qué
vinieron.
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