Conozca
estrategias orientadas a darles una educación espiritual estable.
La
espiritualidad es la dimensión profunda de la realidad y está relacionada con
un sistema interno de creencias que le da sentido a la existencia de las
personas.
Además, constituye una forma de interpretar y
aceptar constructivamente los eventos que no comprendemos, y tiene que ver con
la manera como vivimos, los valores que rigen nuestras acciones y qué tanto los
respetamos y estamos en conexión con ellos.
Fomentar
y estimular en los niños una base espiritual es una necesidad urgente en un mundo permeado por la inmediatez, el materialismo y el consumo.
Para
enseñar esto a los menores hay varias claves, que ayudan a
inculcar principios de convivencia, amor hacia ellos mismos y sentido de
trascendencia; lo que les servirá para tener paz y tranquilidad. Conozca
algunas de estas, muy fáciles de poner en práctica.
1.
Un mecanismo protector para la vida
La espiritualidad actúa como un elemento
protector que estimula la formación de valores como esperanza, fortaleza y
voluntad. Ello le permite a los niños manejar mejor las dificultades, resistir
a la presión de grupo y evitar influencias que le hagan daño a él o a otros.
Además, refuerza las normas sociales positivas y la armonía en la relación con
los demás. Es un gran apoyo en las crisis.
2.
Conversar sobre espiritualidad
Los padres son los primeros líderes
espirituales y pueden orientar a sus hijos desde edades muy tempranas. Una
manera es promoviendo nuestras creencias y tradiciones religiosas, y atendiendo
a la curiosidad natural de los niños cuando quieren saber sobre temas como la
vida, la muerte o Dios. Es necesario establecer con ellos diálogos espirituales
de manera sencilla y espontánea.
3.
Empezar por nosotros para dar buen ejemplo
Los niños aprenden más de lo que ven que de lo
que oyen, por ello debe aprovechar para enseñarles a ser sinceros y justos, a
ayudar a otros y a dar las gracias por las cosas buenas. Valorar a las personas
por lo que son y no por lo que tienen, apreciar las cosas importantes de la
vida o mantener las tradiciones religiosas, es algo que construyen a partir de
lo que observan en sus padres.
4.
Un mecanismo protector para la vida
La espiritualidad actúa como un elemento
protector que estimula la formación de valores como esperanza, fortaleza y
voluntad. Ello le permite a los niños manejar mejor las dificultades, resistir
a la presión de grupo y evitar influencias que le hagan daño a él o a otros.
Además, refuerza las normas sociales positivas y la armonía en la relación con
los demás. Es un gran apoyo en las crisis.
5.
En las cosas más sencillas y pequeñas
Como padres podemos ayudar a los niños a
conocer su interioridad, a escucharse a ellos mismos, a meditar, a orar, a
estar en silencio o en recogimiento, generando espacios de reflexión en familia
o promoviendo otros en los cuales los niños reflexionen de manera autónoma.
También podemos mostrarles maneras de ser generosos, compasivos y solidarios
para enriquecer las relaciones con los demás.
6.
Con el mismo lenguaje que usan los niños
Algunas
formas de fortalecer la dimensión espiritual son: contar historias, hacer
pausas en el trabajo para compartir en familia, contemplar la naturaleza con nuestros
hijos, permitir que pregunten, se desahoguen o que estén en silencio, así como
promover momentos de reflexión, desconectados de las distracciones como el
televisor, los celulares o el Internet.
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