Esto
mejora las relaciones con el entorno, beneficia la salud y fortalece la
autoestima.
La
risa, esa característica humana que ha estado presente en todas las épocas y
culturas, no sólo es
una de las aliadas más grandes de la salud física y mental.
A quien es dueño de una risa genuina se le atribuyen, también, rasgos
que llegan a ser deseados por muchos. Y es que reír es un acto ligado al
sentido del humor y a la capacidad de mantenerlo, incluso en la adversidad.
Se trató de investigar qué tipo de sentido del humor le resultaba más
atractivo a la gente, y encontró una inesperada conclusión: a las
mujeres, especialmente, les resultan muy atractivos los hombres que se ríen de sí mismos. Claro
está que como vivimos en una sociedad que pondera la seriedad, no es raro que
la gente tema que darle rienda suelta a su sentido del humor, sea juzgado de
manera negativa.
Eso explica el hecho de que la gente sienta un
temor reverencial a hacer el ridículo. "El miedo a ser blanco de burlas o a hacer algo
inconveniente delante de los demás, les gana a muchas personas, así que
prefieren acartonarse, cohibirse", dice.
Quien teme a quedar mal ante los demás, "renuncia a ser fiel a sí mismo y
autocensura las iniciativas que le vienen de adentro. El problema es que
termina viendo con amargura cómo muchas palabras, acciones o ideas que se
abstiene de expresar, sí son manifestadas abiertamente por otros".
Contrario a lo que tiende a creerse, el humor
sano en el que la persona se convierte en su propio protagonista, es una herramienta valiosa para
fortalecer la autoestima frente a las duras cargas de la vida cotidiana.
Quizá por eso Václav Havel, escritor,
dramaturgo y ex presidente checo, recientemente fallecido, aseguraba que "el que corre más riesgo de
parecer ridículo, es aquel que se toma demasiado en serio la vida, lo que no
ocurre con quien es capaz de reírse de sí mismo".
En un estudio sobre el tema, encontraron que
las personas con índices de inteligencia más altos, tienden a tener mejor
humor.
Otras investigaciones indican que quienes
logran reírse de su propia condición, anticipándose a la risa de los demás
("me río con usted
antes de que usted se ría de mí"), logran socializar mejor,
equilibrarse con el entorno y fortalecer su autoestima.
Al respecto, es famosa la frase pronunciada
por Jorge Luis Borges, a quien le apagaron la luz porque se negaba a suspender
su clase para sumarse a un homenaje que le hacían al 'Che Guevara': "No me importa que me apaguen la
luz... He tomado la precaución de ser ciego".
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