No sucumbas a la desesperación. Elige
vivir y apela a todos los recursos para ver una clara luz en medio de las
densas tinieblas.
Los
náufragos salvados, coinciden en afirmar que su peor enemigo no fue un mar embravecido, sino un ánimo
débil.
Tan
pronto lograron reforzar la confianza fueron capaces de soportar lo indecible,
incluso más allá de lo esperado.
¿Cuál
fue su verdadera tabla de salvación? Se aferraron a la vida pensando en sus seres queridos y en sus sueños.
También
se apoyaron en la fe y
creyeron firmemente que Dios estaba allí a su lado como Amigo siempre
fiel.
¿Por
qué no renuevas tú también los motivos de vida? Es hora de acortar tus dudas y alargar tu esperanza.
Es hora de creer y perseverar, de levantarse y caminar y los
únicos límites existentes son los que tú mismo te fijes.
Piensa
lo que decía un exitoso entrenador de béisbol: “en la fe y la determinación está la diferencia entre lo
posible y lo imposible”.
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