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¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL ALCANZAR LA FELICIDAD?.


Porque la esperamos.

Observaos y veréis: esperáis encontrar el gran amor, esperáis
encontrar el éxito, esperáis la fortuna, la gloria, y si no vienen, os
sentís desgraciados. Algunos incluso van a consultar a clarividentes,
a astrólogos que les dicen: "Pues si, el amor vendrá, el éxito
llegará. Dentro de seis meses, de un año, cuando tenga lugar
determinado tránsito de planetas, o tal conjunción, ya veréis, todo
cambiará". Y de este modo, se tranquilizan, recobran la esperanza y
siguen aguardando.

Pues bien, la felicidad no es algo que dependa del exterior. La
felicidad es un estado de conciencia que depende de nuestra correcta
comprensión de las cosas. No hay que imaginarse que hemos venido a la
tierra para vivir rodeados de facilidades, de placeres, y en la
abundancia.

Hemos venido a la tierra para aprender y para perfeccionarnos. Pero,
¿cómo perfeccionarnos sin tener cada día nuevos problemas que
resolver? Es necesario que esto quede bien claro: la tierra es una
escuela y, como en todas las escuelas, tan sólo aquellos que aprenden
y progresan pueden ser felices. Así pues, no esperéis que la felicidad
os llegue del exterior bajo la forma de encuentros o de condiciones
favorables. La felicidad real, definitiva, sólo puede venir de
nosotros mismos, de nuestra manera de considerar las cosas.

Haced una comprobación: interrogad a las personas que poseen algunas
de las ventajas materiales con las que vosotros tanto soñáis, y os
confesarán que no son tan felices. Y si lo son, se debe a que ya
poseen en su corazón y en su alma, elementos que les permiten apreciar
su situación, y por lo tanto se sentirían igualmente felices en
situaciones no tan envidiables. Por otra parte, muchas veces hemos
podido constatar que no todos aquellos que se encuentran en una misma
situación, reaccionan de la misma forma.

Tomemos un ejemplo totalmente banal de la vida cotidiana: un
embotellamiento. Observad la reacción de los automovilistas: uno se
pone nervioso, toca el claxon e injuria a sus vecinos; otro, lee el
periódico o escucha la radio; otro, charla con su acompañante, o la
abraza si es su amada.

Por último, otro -aunque mucho más raro- aprovecha este momento de
espera para relajarse, armonizarse, concentrarse en sí mismo, unirse
al Cielo y proyectar su amor y su luz a todos los seres de la tierra.

Lo mismo ocurre en la mayoría de las circunstancias de la vida. Es,
pues, en nuestra cabeza donde hay que hacer los reajustes... Nuestro
pensamiento es el que actúa sobre nuestros estados de conciencia. Con
un buen razonamiento, con una buena filosofia, podemos llegar a ser
los dueños de nuestra felicidad. Y así, mientras los demás se enfadan,
consumen y corrompen a cuantos están a su alrededor, vosotros, por el
contrario, os fortalecéis, os enriquecéis y gracias a vuestras
experiencias podréis después ayudar a los que os rodean con vuestros
consejos, con vuestra actitud, con vuestra irradiación, e incluso, a
veces, con vuestra sola presencia: con la fuerza, la luz y la paz que
emanarán de vosotros.

Que quede pues muy claro: no esperéis pasivamente que la felicidad os
llegue del exterior.

Por el contrario, sois vosotros los que debéis actuar y aplicar los
métodos que os permitirán transformar las penas en alegrías, los
fracasos en éxitos.

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