Morena mía, eres un
torbellino de emociones, un misterio que no se puede explicar. Contemos juntos:
uno es el Sol que te alumbra, dos tus piernas que mandan, y cuando somos
tres en tu cama... todo se detiene.
Eres como
un café fuerte, intenso, que me despierta y me vuelve adicto. Tu boca me toca, me provoca, me
muerde y me destroza. Es un caos delicioso, un incendio que no
quiero apagar. Todo contigo es más, nunca suficiente. Toda siempre es poca.
Siete son
los pecados que cometemos, ocho las veces que me pierdo contigo, y nueve los
recuerdos que quedan marcados. Pero ¿sabes qué? Más de diez veces he sentido que esto es pura gloria.
Y si no lo es, que baje Dios y lo vea.
Nadie como tú me sabe hacer café, ese que hierve el alma y mata la calma. Me mata, me remata, y aun así quiero más.
Vamos al infierno, pero que sea a tu lado, que el calor contigo es el paraíso.
Eres un
arte que no se aprende, un movimiento que nadie imita. Muévete bien, suave, y haz que el mundo vuelva a
girar al ritmo de tu risa, tu mirada y esa boca que todo lo puede.
Cuando tu
boca toca, el mundo se detiene.

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