Sigo cruzando ríos, andando selvas,
dejándome abrazar por el Sol. Cada día saco espinas de lo más
profundo del corazón, encendiendo sueños en la noche para limpiar
recuerdos con ese humo sagrado que cura todo.
Cuando
escribo tu nombre en la arena blanca con fondo azul, cuando miro al
cielo y una nube gris dibuja tu silueta, ahí estás. Y cuando subo esa loma alta
para mirar el pasado, sé que nunca te he olvidado.
Yo te llevo
dentro, hasta la raíz, y aunque la vida siga creciendo a mi
alrededor, tú siempre vas a estar aquí. Aunque me oculte tras la montaña, aunque encuentre
un campo lleno de caña, no hay manera, mi rayo de Luna, de que te
vayas.
Cada
instante que sobreviví, cada
segundo de incertidumbre, cada momento de no saber, ha tejido algo bajo
mi piel: un lugar donde te protejo, donde sigues, siempre.
Tú eres el hilo
que une mis días, el eco de mis pasos. Yo te llevo dentro, hasta la raíz, y aunque el
mundo cambie, aunque me esconda o me pierda, tú sigues aquí. Porque el amor que
llega hasta la raíz, nunca se va.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios