Te abriré
mi pecho, porque lo tengo tan claro: el amor contigo no necesita adornos,
solo lo simple y lo verdadero. El sendero contigo es mucho más bello, más allá de las dificultades,
porque un sentimiento de la manera más sana crece entre nosotros, como
una flor que florece lentamente.
Riego un amor que crece lento, que no tiene prisa, que no busca ser perfecto,
solo ser real. Tu cuerpo y mi cuerpo, fusionados en cada abrazo tierno,
son la calma en este mundo ruidoso. Me quedé enredada en tus pestañas, en esos
pequeños momentos que se sienten infinitos. El beso lento es todo lo que necesito para
sentirme en casa, sin importar el lugar.
Es curioso
cómo un pañuelo viejo en la rivera del río se convierte en lo más
valioso cuando estamos juntos.
Tu olor es mi cobijo, tu presencia es mi refugio y, a tu lado, ya no
existe el frío.
Blindaré
por fuera todo lo que venga, para que no nos hieran. Este amor es nuestro, lento,
fuerte, constante como tu roble y lento como mi olivo.

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