Deja que hable,
deja que el alma suelte lo que el corazón ya no puede guardar. Quema que te
vayas, que este vacío que dejas es un infierno que no se apaga. Si
al menos pudiera verte una última vez, si pudiera detener este reloj que nos controla,
tal vez el tiempo nos daría una oportunidad más.
Pero no.
Hoy decides irte, fundirte en otros brazos, en otra piel. Recuérdame cuando tu mundo gire en torno a
alguien más, aunque yo quede aquí, perdido en esta agonía de perderte.
Dime, ¿te
ama como yo? ¿Te toca como
lo hacían mis dedos, como lo hacía mi alma? No importa ya la respuesta, porque tu decisión está tomada.
Y aunque el dolor de decir adiós sea más grande que yo mismo, te dejo
ir.
Pero hazme
un favor: recuérdame. Cuando
todo sea perfecto con él, cuando el sol brille más fuerte en tu vida, piensa
en lo que fuimos. No porque quiero que vuelvas, sino porque un amor como el
nuestro no merece ser olvidado tan fácil.
Prométeme
algo: si alguna vez me
necesitas, búscame como lo hiciste una vez, porque aunque yo me pierda en
llamas, siempre serás ese recuerdo que me mantiene vivo.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios