No queda más que tú y yo, en este espacio
que parece un extraño salón. Sin relojes, sin reglas, sin nadie que nos
diga cómo o cuándo besarnos. Este momento, este silencio entre nosotros, grita
lo que tanto he callado: te he echado de menos.
Todo este
tiempo, he vivido pensando en tu sonrisa, en tu forma de caminar, en lo que éramos. Soñé
con este instante, contigo aquí, dejándote llevar, como si el
mundo se detuviera solo para nosotros.
Prometimos
volver a vernos, ¿recuerdas? Una
fantasía de sal y limón, un pacto en el que juramos que lo nuestro sería
eterno. Ahora estás aquí, y no quiero que este instante acabe. Tu
alma pegada a la mía, nuestros secretos susurrados al oído, mientras la
piel reclama lo que tanto tiempo añoró.
Hoy no hay
nada más que hacer, solo quedarnos así. Que el tiempo se detenga y que el silencio hable
por nosotros. Mis dedos corren entre los tuyos, creando un
lenguaje que no necesita palabras, que convierte este momento en eterno.
Porque sí, te
he echado de menos. Más
de lo que puedo poner en palabras, más de lo que mi corazón puede soportar sin
tenerte aquí. Y ahora que estás, no quiero soltarte. No quiero que este sueño
termine.

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