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NADA ME SALE COMO YO QUIERO, ¿QUÉ PUEDO HACER?

 Cuando todo parece ir mal, nuestra reacción natural es querer huir de la situación. Sin embargo, en estos momentos es crucial detenerse, tomar conciencia de nuestro entorno y de lo que sucede en nuestro interior. Este es el momento perfecto para tomar decisiones acertadas y reflexionar sobre nuestro camino. Veamos cómo podemos abordar esta sensación de frustración y desánimo. 

·         Aceptar la Realidad: El primer paso para superar la frustración es aceptar la realidad tal como es. Aceptar no significa resignarse, sino reconocer las circunstancias presentes sin juzgarlas. Esta aceptación nos permite liberar la resistencia interna que consume nuestra energía y nos impide avanzar. En lugar de correr o escapar, es esencial tomar un momento para ser conscientes de nuestra situación actual. ¿Qué está ocurriendo a nuestro alrededor? ¿Qué está sucediendo dentro de nosotros? Este ejercicio de autoevaluación nos permite identificar las raíces de nuestro malestar y nos prepara para tomar decisiones más informadas.

·         Aceptar las emociones y aprender de ellas: Aceptar nuestras emociones, incluso las negativas, es una parte esencial del proceso de sanación. Permitirnos sentir tristeza, frustración o miedo sin juzgarnos nos ayuda a procesar estas emociones de manera saludable. Reflexionar sobre lo que estas emociones nos enseñan puede proporcionar valiosas lecciones sobre nosotros mismos y nuestras necesidades.

·         Apoyarse en los Demás: Durante los periodos difíciles, contar con el apoyo de amigos, familiares o profesionales puede ser invaluable. Estas personas pueden ofrecer una perspectiva externa que nos ayuda a relativizar nuestras dificultades. Nos recuerdan que, aunque estemos pasando por un mal momento, este también pasará. Este apoyo emocional es esencial para mantenernos anclados y evitar caer en la desesperación.

·         Aprender de los Fracasos: Cada desafío y cada fracaso es una oportunidad para aprender y crecer. En lugar de ver los fracasos como finales, debemos verlos como lecciones valiosas que nos proporcionan información sobre lo que funciona y lo que no. Reflexionar sobre estos momentos puede conducir a una mayor sabiduría y resiliencia.

·         Buscar ayuda profesional si es necesario: Si la sensación de que nada sale como queremos persiste y afecta significativamente nuestra vida diaria, puede ser útil buscar ayuda profesional. Un psicólogo puede proporcionar herramientas y estrategias para manejar mejor estas situaciones y mejorar nuestra salud mental.

·         Centrarse en el proceso, no solo en el resultado: Enfocarnos únicamente en los resultados puede ser desalentador cuando las cosas no salen como planeamos. Es importante centrarse en el proceso y en los esfuerzos que estamos haciendo. Apreciar el viaje, con todas sus subidas y bajadas, nos ayuda a mantener una actitud positiva y motivada.

·         Entender la variabilidad en la resiliencia: La resiliencia ante la adversidad varía entre las personas. Algunos, a pesar de enfrentar grandes desafíos, mantienen un optimismo admirable. Otros pueden sentirse abrumados por situaciones menos graves. Este fenómeno puede explicarse por el "sistema inmunitario psicológico", que nos permite procesar los eventos de manera más positiva. Fortalecer nuestra resiliencia es posible mediante prácticas de autocuidado y autoaceptación.

·         Flexibilidad y Adaptabilidad: La capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias y de ser flexible en nuestros enfoques es vital. Las metas pueden necesitar ajustes y los planes pueden requerir modificaciones. La adaptabilidad nos permite encontrar nuevas soluciones y oportunidades en medio de la adversidad.

·         Practicar la Autocompasión: En momentos de dificultad, es fácil ser duros con nosotros mismos. Practicar la autocompasión implica tratarnos con la misma amabilidad y comprensión que ofreceríamos a un amigo en una situación similar. Reconocer que estamos haciendo lo mejor que podemos en circunstancias difíciles es un paso hacia la autoaceptación y el bienestar emocional.

·         Practicar la Gratitud: Cultivar una actitud de gratitud puede cambiar nuestra perspectiva. Tomarse el tiempo para reconocer y agradecer las cosas positivas en nuestras vidas, por pequeñas que sean, puede mejorar nuestro estado de ánimo y aumentar nuestra resiliencia frente a las dificultades.

·         Redefinir el Éxito: Muchas veces, nuestras expectativas y definiciones de éxito están influenciadas por estándares externos. Es crucial redefinir lo que significa el éxito para nosotros mismos, basándonos en nuestras propias metas y valores. Esto nos ayudará a enfocarnos en lo que realmente importa y a celebrar pequeños logros en el camino.

·         Redefinir metas y expectativas: Es fundamental preguntarnos si las metas que nos hemos propuesto son realistas y alcanzables en el momento presente. A veces, nuestras aspiraciones no están alineadas con nuestras capacidades actuales o con las circunstancias que enfrentamos. Redefinir nuestras metas, enfocándonos en lo que realmente necesitamos en el aquí y ahora, en lugar de en lo que deseamos para el futuro, puede proporcionar una dirección más clara y manejable.

En conclusión, cuando sentimos que nada nos sale como queremos, es fundamental recordar que estos momentos son temporales y forman parte de nuestra experiencia humana. Aceptar la realidad, redefinir el éxito, practicar la autocompasión, ser flexibles, aprender de los fracasos, buscar apoyo, centrarse en el proceso y practicar la gratitud son estrategias que pueden ayudarnos a navegar por estos desafíos y a emerger más fuertes y sabios.

La vida es un viaje lleno de altibajos, y cada paso que damos, incluso los más difíciles, nos acerca a nuestra mejor versión. Recordemos que cada desafío es una oportunidad para aprender y crecer, y que con el tiempo y el esfuerzo, podemos superar incluso los momentos más difíciles.