Déjate querer… porque hay amores que
llegan como ráfagas de viento, fugaces pero tan intensos que te cortan la respiración.
Amores desesperados, amores que no piden permiso, que incendian el alma y te
hacen sentir que si este es tu castigo, morir a su lado no sería más que un
privilegio.
Esa morena que tiene... un fuego encendido, un misterio en la mirada que te cautiva
y te arrastra como una marea imparable. En su presencia, el corazón late más rápido,
el aire se vuelve denso y el deseo, inmenso. Tú eres la fruta prohibida que todos anhelan pero pocos
se atreven a tocar. Esa morena me mata, pero en su fuego quiero
vivir.
A
veces, la vida se trata de eso, de perderse en alguien que nos ilumina como una
fogata en la madrugada. Tú
tienes el fuego encendido, yo tengo la leña lista. Vamos a encender esta
hoguera que alumbra los rincones oscuros de nuestros miedos, bailando apretados
al ritmo de nuestras caderas, sin temor a quemarnos.
Porque en la mirada, esa morena
que tiene un sueño cautivo, que sin palabras revela lo que el corazón
aún no se atreve a confesar, sé que me quieres, aunque no lo digas. Y entonces,
¿por qué no? Déjate querer.
Dejemos
que el amor nos consuma, sin pensar en el mañana, sin calcular los riesgos. Que nuestras almas se unan en
una danza de fuego, que ilumine incluso las noches más oscuras.
Déjate querer, porque a
veces, la vida solo tiene sentido cuando nos permitimos amar sin reservas.
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