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DEL DOLOR NACE EL AMANECER: APRENDER A DECIR ADIÓS ES CRECER

 

Suspiraban juntos, como si el mismo dolor los envolviera, pero hoy... son parte de una lluvia que cae lejos, de una historia que se disuelve entre las gotas. No te confundas, el rencor no sirve de nada, es solo un espasmo más después del adiós.

Pones canciones tristes para sentirte mejor, buscando en la melancolía una especie de refugio. Y es ahí donde tu verdadera esencia se vuelve más visible. Porque del mismo dolor, créeme, siempre vendrá un nuevo amanecer.

Quizás, en su momento, llenaban una necesidad, pero hay vacíos tan profundos que ni el amor puede colmar. No conocieron lo profundo del abismo hasta que un día... simplemente no dio para más. Y ahí quedaste, esperando ecos que nunca regresarán, flotando entre rechazos y recuerdos. Pero, incluso en ese desamor, hay algo que nos empuja hacia la luz.

Separarse de lo que conoces, de lo que alguna vez te hizo feliz, no es soberbia. Es amor. Amor por ti mismo, por lo que eres y lo que quieres llegar a ser. Poder decir adiós no es debilidad, es crecimiento, es liberarte de aquello que ya no te sostiene.

Así que, cuando sientas que el dolor te ahoga, recuerda: de ese mismo dolor nacerá un nuevo amanecer. Porque aprender a despedirse, aunque duela, es la forma más pura de seguir adelante.

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