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SABER VIVIR ES NO ESTAR SOLO



"Saber vivir es no estar solo" nos invita a reflexionar sobre la importancia de las conexiones humanas en nuestra existencia. A menudo, en nuestra búsqueda de independencia y autodeterminación, podemos confundir la soledad con la libertad. Sin embargo, la verdadera plenitud en la vida no se encuentra en el aislamiento, sino en las relaciones significativas que cultivamos a lo largo de nuestro viaje.

La compañía, la empatía y el apoyo mutuo forman parte integral de nuestra existencia. Compartir momentos, alegrías, penas y experiencias con otros seres humanos nos enriquece de una manera que ninguna otra cosa puede lograr. En la interacción con los demás encontramos aprendizaje, crecimiento y la oportunidad de ser comprendidos y aceptados.

No se trata simplemente de tener personas a nuestro alrededor, sino de construir conexiones profundas y significativas. La calidad de nuestras relaciones, basada en la autenticidad, la confianza y el respeto mutuo, nutre nuestra alma y nos hace sentir parte de algo más grande que nosotros mismos.

La soledad, a veces, puede ser una elección consciente y necesaria para la reflexión y el crecimiento personal, pero cuando se convierte en aislamiento constante, puede llevarnos a una sensación de vacío. Es en esos momentos cuando recordamos que saber vivir es abrir nuestro corazón a la conexión con los demás.

Las relaciones humanas nos ofrecen apoyo durante los tiempos difíciles, nos alegran en los momentos felices y nos permiten compartir el peso de la vida cotidiana. Nos enseñan la importancia de ser compasivos, de escuchar, de compartir y de amar de manera incondicional.

Entonces, saber vivir es aprender a construir puentes, a tender la mano, a compartir sonrisas y lágrimas. Es reconocer que nuestra existencia se enriquece enormemente cuando compartimos nuestra vida con aquellos que amamos y nos aman. Es en estas conexiones donde encontramos la verdadera plenitud y significado en nuestra jornada por este mundo.


UNA CORTA HISTORIA
Hace muchísimos años, un joven recién casado estaba sentado en un sofá                      en un día caluroso y húmedo, bebiendo jugo helado, durante una visita a su padre.       

Mientras conversaba sobre la vida, el matrimonio, las responsabilidades y las obligaciones de las personas adultas, el padre revolvía pensativamente los cubos de hielo de su vaso y lanzó una mirada clara y sobria hacia su hijo.

"Nunca olvides a tus amigos", le aconsejó, "serán más importantes en la medida en que vayas envejeciendo".

"Independientemente de cuanto ames a tu familia y los hijos que por ventura vayas a tener, tú siempre necesitarás de amigos. Recuerda ocasionalmente salir con ellos, realiza actividades con ellos, telefonéales."

"¡Que extraño consejo!", pensó el joven. "Acabo de ingresar al mundo de los casados, soy adulto y con seguridad, mi esposa y la familia que iniciaremos serán todo lo que necesito para dar sentido a mi vida".

Con todo, él obedeció a su papá; mantuvo contacto con sus amigos y anualmente aumentaba el número de ellos. Con el pasar de los años, él fue comprendiendo que su padre sabía de lo que hablaba.

En la medida en que el tiempo y la naturaleza realizan sus designios y misterios en un hombre, los amigos resultaron baluartes de su vida.

Pasados los 50 años de vida, he aquí lo que aprendió:

·         El tiempo pasa.
·         La vida continúa.
·         La distancia separa.
·         Los niños crecen.
·         Los hijos dejan de ser niños y se independizan. Y a los padres se les parte el corazón, pero los hijos se van separando de los padres.
·         Los empleos van y vienen.
·         Las ilusiones, los deseos, la atracción , el sexo, se debilitan.
·         Las personas no hacen lo que deberían hacer.
·         El corazón se rompe.
·         Los abuelos y padres mueren.
·         Los colegas olvidan los favores.
·         Las carreras terminan.
·         Mas, los verdaderos amigos siempre están ahí, no importa a cuánto tiempo o a cuantos kilómetros se encuentren.

Un amigo nunca está más distante que el alcance de una necesidad, haciendo barra por ti, interviniendo a tu favor, esperándote con los brazos abiertos o bendiciendo tu vida.

Cuando iniciamos esta aventura llamada VIDA, no sabíamos de las increíbles alegrías o tristezas que estaban delante. No sabíamos cuánto necesitaríamos unos de otros. Ama a tu FAMILIA, a tus padres, cuida a tus hijos, a tus nietos, pero mantén un grupo de buenos amigos.  Dialoga con ellos, discute y polemiza, pero no impongas tus criterios, aprende a aceptar otras opiniones.

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