A lo largo de nuestras vidas, nos encontramos con momentos de incertidumbre, momentos en los que nuestros planes se desmoronan y nuestros caminos parecen oscurecerse. En esos momentos, solemos recurrir a la expresión "cuando Dios quiere".
Esta frase encapsula la idea de confiar en una fuerza superior, en el tiempo divino y en la certeza de que hay un propósito detrás de cada situación, aunque no lo comprendamos en el momento.
"Cuando Dios quiere" es un recordatorio de la fe, de la creencia en un plan más grande que trasciende nuestra comprensión limitada. Es reconocer que hay fuerzas en juego que van más allá de nuestras acciones y que, a veces, lo que parece un contratiempo puede ser una bendición disfrazada.
En la práctica de esta creencia, encontramos consuelo y esperanza. Nos ayuda a enfrentar los desafíos con serenidad, sabiendo que hay una sabiduría superior que guía nuestros pasos, incluso cuando no podemos ver el panorama completo.
Esta expresión también nos invita a la paciencia y la aceptación. A veces, nuestros deseos y planes no se alinean con lo que se nos presenta, pero confiar en el tiempo de Dios nos brinda la paz para aceptar las cosas tal como son y estar abiertos a las lecciones que cada situación nos brinda.
Es importante comprender que esta afirmación no es una justificación para la inacción o la pasividad. Más bien, es un estímulo para actuar con diligencia, sabiendo que aunque trabajemos hacia nuestras metas, hay una fuerza más grande que juega un papel en el resultado final.
En última instancia, "cuando Dios quiere" es una expresión de fe, esperanza y rendición ante lo desconocido. Es la certeza de que, aunque nuestros planes puedan cambiar y las circunstancias puedan parecer adversas, hay una mano guía que nos lleva hacia un destino que supera nuestras limitadas percepciones. Y en ese reconocimiento, encontramos consuelo, fuerza y una perspectiva renovada que nos ayuda a atravesar las vicisitudes de la vida con gracia y aceptación.
REFLEXION
Una señora muy pobre llamó por teléfono a un programa cristiano de radio pidiendo ayuda.
Un brujo que oía el programa consiguió su dirección, llamó a su secretario y ordenó que compraran alimentos y los llevaran a la mujer, con la siguiente instrucción:
Cuando ella pregunte quien mandó estos alimentos, responda que fue el DIABLO!
Cuando llegaron a la casa, la mujer los recibió con alegría y fue inmediatamente guardando los alimentos que le llevó el secretario del brujo.
Al ver que ella no preguntaba nada, él le preguntó: ¿La señora no quiere saber quién le envió estas cosas?
La mujer, en la simplicidad de la fe, respondió:
- No, mi hijo.. No es preciso. Cuando Dios manda, hasta el diablo obedece!
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