Aprende
a compartir, fluye sereno con la ley del desapego y no te aferres a las
personas o los bienes.
Si las cosas te poseen ya no son tus bienes sino tus males, son una fuente de dolor y desdicha.
Jesús
y Buda nos enseñaron con su vida que el apego es fuente de dolor y el
desasimiento regala paz y alegría.
No
sufras con las ataduras, sé espiritual y
acepta que estás de paso y que nada es tuyo.
Toma consciencia de que eres un espíritu transeúnte
y de la impermanencia de todo.
En la vida a veces eres un tronco desnudo en el invierno o un árbol frondoso y florido en primavera.
Ojo, que nadie sea tu razón de vida o todo para ti; te puede faltar y el día que así sea pensarás en lo peor.
Todo
viene y va. Todo es pasajero y tu reto es amar con libertad y
soltar a tus seres queridos.
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