Sí, el cerebro sigue trabajando incluso cuando estamos durmiendo. La actividad cerebral durante el sueño se divide en varias etapas, cada una con su propia característica.
La etapa N1 es la primera etapa del
sueño, en la que la
actividad cerebral es ligera y es fácil despertarse.
La etapa N2 es la segunda etapa del
sueño, en la que la
actividad cerebral es un poco más profunda.
La etapa N3 es la tercera etapa del
sueño, también
conocida como sueño lento profundo. Es la etapa en la que la actividad cerebral
es más lenta y es más difícil despertarse. Es durante esta etapa en donde el
cuerpo se recupera de los desgaste físico del día y se produce la liberación de
hormonas de crecimiento.
Finalmente, durante el sueño REM (movimiento ocular rápido) la
actividad cerebral es similar a la del estado de vigilia, y es durante esta
etapa donde se producen los sueños más vividos.
Cuando
cierras los ojos y
te abandonas al sueño, tu mente
desarrolla una gran actividad, procesando datos o liberando sustancias para
reparar y poner a punto el organismo. ¿Quieres saber cómo lo hace?
En cuanto se pone el sol, el cerebro activa la producción
de melatonina, una hormona que nos ayuda a conciliar el sueño. “Mientras que la
luz frena la producción de melatonina, la oscuridad estimula su síntesis en
todas las especies animales, incluyendo al ser humano, y nos invita a dormir”.
¿QUE OCURRE EN CADA UNA DE LAS FASES DEL SUEÑO?
A medida que la noche avanza, la
somnolencia nos invade, el cuerpo se prepara para descansar y el cerebro para
procesar y asimilar la información acumulada.
1.
RELAJAR Y REPARAR.
Partiendo de un estado de somnolencia, durante las tres
fases NREM se llega a un sueño lento, profundo y reparador.
-Qué
ocurre cuando te acuestas. Al acomodarnos en la cama y cerrar los párpados se entra en la
fase I, la de somnolencia. La respiración empieza a ser uniforme, comienza la
distensión muscular y la actividad cerebral es más lenta que en la vigilia.
Pasados unos minutos entramos en la fase II. Estas dos son las fases del sueño
ligero, en las que cualquier ruido puede despertarnos.
-Producción
de hormonas. Si nada ni nadie nos molesta, entramos en la fase III, la
del sueño lento, profundo y reparador. En ella las constantes vitales se
estabilizan, se pueden producir ensoñaciones, somniloquias (hablar dormido) y
episodios de sonambulismo. Aunque estamos relajados se conserva el tono
muscular. La temperatura basal cae pero la cutánea se eleva. A lo largo de este
periodo la actividad cerebral se va ralentizando, lo que no impide que se
liberen hormonas sexuales y la del crecimiento, de vital importancia en niños y
adolescentes.
2.
PROCESAR Y APRENDER.
En la cuarta fase (REM), que dura unos 30 min, los
músculos se ralentizan (excepto los oculares), la respiración es irregular y la
actividad cerebral intensa.
-Bloqueo
de señales. En la fase REM, una región del cerebro (el puente
troncoencefálico) bloquea las señales que éste envía a la médula espinal. De
esta manera se evita que realicemos movimientos que pudieran ocasionarnos algún
daño mientras dormimos.
-Clasificación
de datos. “Esta es la fase de consolidación de la memoria y la que
facilita que lo aprendido quede clasificado”, indica el doctor Pérez Díaz. En
este proceso interviene una zona del cerebro llamada hipocampo, que se ocupa de
formar los recuerdos. Lo consigue repitiendo y almacenando las experiencias vividas
y los datos aprendidos a lo largo del día. Para ello cuenta con un ‘ayudante’,
el tálamo, cuya función es bloquear la información de los sentidos para que la
corteza cerebral pueda procesar todos los datos, guardando lo importante y
eliminando lo que no lo es.
3.
LISTOS PARA DESPERTAR.
El cerebro regula la producción de una serie de hormonas
y neurotransmisores como el cortisol y la serotonina, necesarios para que el
cuerpo pueda empezar bien el día.
-Cuidado
con el ‘efecto zombi’. Cuando suene el despertador, si el descanso ha
sido reparador estarás en plena forma para empezar la jornada. De lo contrario,
tu organismo protestará. Puede hacerlo provocando un efecto zombi. Y es que,
según una investigación de la Universidad de Wisconsin (EEUU) y publicada en la
revista Nature, si se descansa menos de lo necesario, al despertar una parte
del cerebro sigue dormida para poder seguir desempeñando las funciones que
debería haber llevado a cabo durante el sueño.
-Dormir
poco ¡engorda! Otro estudio, elaborado por la Escuela de Medicina de
Chicago (EEUU), ha concluido que quienes duermen poco experimentan una
disminución de la leptina (hormona que suprime el apetito) y un aumento de la
grelina (que provoca la sensación de hambre), por lo que tienen más tendencia a
engordar.
¿Sabías
que… el sueño es un proceso cíclico?
Los nuevos aparatos de diagnóstico y medición permiten
estudiar lo que sucede en el interior del cerebro mientras dormimos. Y aunque
no se conocen todos los mecanismos implicados en el proceso, sí se tiene un
conocimiento muy certero de cómo se estructura el sueño. Según la American
Academy of Sleep Medicine (AASM), se distinguen cuatro periodos.
-Las
tres primeras fases (I, II y III) se denominan no REM (NREM).
-La
cuarta fase es llamada REM (Rapid Eye Movement = movimiento rápido de
los ojos).
El conjunto de las cuatro fases forma un ciclo,
con una duración de 90 a 120 minutos, que se repite 4-5 veces a lo largo de la
noche. En total, “pasamos una media de seis horas de sueño NREM y dos horas de sueño
REM, aunque esto varía mucho de una persona a otra”, matiza el neurólogo Pérez
Díaz.Aunque el cuerpo esta descansando, el cerebro sigue trabajando en procesos importantes como la consolidación de la memoria, el aprendizaje, el análisis de problemas y el procesamiento de emociones. También se cree que el sueño REM ayuda a restaurar la salud mental, al ayudar en el procesamiento de recuerdos traumáticos y emocionales.
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