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SER PADRES: ¿DUEÑOS O GUARDIANES? LA CLAVE PARA CRIAR HIJOS LIBRES Y FELICES

 

REFLEXIÓN SOBRE LOS HIJOS

Tus hijos no son tus hijos. Son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma. Mis queridos amigos, comprendan que los hijos que nacen de ustedes no les pertenecen. Ellos son el fruto de la vida misma, un testimonio de la eterna danza de la creación. La vida, en su ansia de perpetuarse, ha elegido sus cuerpos como canales para traer nuevas almas al mundo. Estas almas no son posesiones, sino seres con un propósito más allá de nuestra comprensión.


No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen. Recordemos siempre que somos simplemente los guardianes temporales de estas jóvenes vidas. Ellas no nos pertenecen, no son nuestras para moldear según nuestros deseos. Nuestra tarea es guiarlas, no poseerlas. Debemos honrar el hecho de que, aunque hemos sido elegidos para traerlas al mundo, no somos sus dueños.


Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, Pues ellos tienen sus propios pensamientos.

El amor es el regalo más grande que podemos ofrecer a nuestros hijos. Sin embargo, debemos recordar que no podemos imponerles nuestras ideas y creencias. Cada hijo es un ser independiente con su propio pensamiento y visión del mundo. Nuestra tarea es nutrir su capacidad de pensar por sí mismos, de desarrollar sus propias ideas y sueños.


Puedes hospedar sus cuerpos, pero no sus almas, Porque ellas viven en la casa del mañana, que no puedes visitar ni siquiera en sueños.

Podemos proporcionar un refugio para sus cuerpos, un lugar seguro donde puedan crecer y desarrollarse. Pero sus almas pertenecen al futuro, a un tiempo y espacio que nosotros no podemos prever. Ellos construirán el mañana, un mañana que no podemos controlar ni siquiera imaginar en nuestros sueños más vívidos.

 

Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a ti porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.

Intentemos, si es posible, aprender de ellos, emular su pureza y frescura. No obstante, debemos resistir la tentación de imponer nuestras propias formas y experiencias sobre ellos. La vida es un río que siempre fluye hacia adelante; no podemos forzar a nuestros hijos a vivir en el ayer, debemos permitirles avanzar hacia su propio destino.

 

Tú eres el arco del cual tus hijos, como flechas vivas, son lanzados. Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea hacia la felicidad.

Visualicemos a nuestros hijos como flechas, lanzadas desde nuestros arcos. Nosotros somos los arqueros, y en nuestras manos está la responsabilidad de proporcionarles la mejor dirección posible. Que nuestra intención, al lanzarlos al mundo, siempre apunte hacia la felicidad y la realización. De este modo, cumpliremos nuestro verdadero propósito como padres y guardianes de la vida.


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