El sufrimiento es dolor sin
amor, es dolor sin aceptación. El sufrimiento es resistencia a la realidad.
Cuando el dolor nos tritura y el mal nos oprime, dudamos de Dios como lo
expresa el salmo 13:
“¿Hasta cuándo,
Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
¿Hasta cuándo sentiré angustia en mi alma y tristeza en mi corazón, día
tras día?”.
Ese drama nace de una fe en
la que todo se ve como voluntad divina y esa fe algún día se desmorona como un
árbol podrido.
Por tanto, ve a
Dios de otra manera y acepta que Él puso la vida y la muerte en nuestras
manos.
Cree en un Plan
esencial de vida trazado antes de encarnar, que incluye exigentes
aprendizajes.
Por eso Jesús afrontó duras pruebas y murió en una cruz sin que Dios
interviniera para salvarlo
porque eso estaba en su Misión.
Confía en un Dios que nunca
te deja.
Cree que con fe y
paciencia puedes asumir lo que sea y salir adelante.
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