Nadie pierde por dar amor,
porque ofrecerlo con sinceridad, con pasión y delicado afecto nos dignifica
como personas.
En
cambio, quien no sabe recibirlo ni cuidar ese inmenso regalo es quien pierde de
verdad.
Por
ello recuerda, nunca te arrepientas de haber amado y haber perdido, porque lo
peor es no saber amar.
Afortunadamente la neurociencia va ofreciéndonos día tras día reveladoras
informaciones que nos explican por qué actúamos como actúamos en esto del amor.
Lo primero que conviene recordar es que el cerebro humano no está
preparado para la pérdida, nos supera, nos inmoviliza y nos enclaustra durante un tiempo
en el palacio del sufrimiento.
«El
amor no tiene cura, pero es la cura de todos los males»
-Leonard Cohen- Estamos programados genéticamente para conectar entre nosotros y para construir lazos emocionales con los que sentirnos seguros, con los que edificar un proyecto.
Es así como hemos sobrevivido como especie, «conectando»,
de ahí que una pérdida, una separación e incluso un simple malentendido haga
que salte al instante la señal de alarma en nuestro cerebro.
Ahora bien, otro aspecto complejo sobre el tema de las
relaciones afectivas es el modo en el que afrontamos dicha separación, dicha
ruptura.
Desde
un punto neurológico cabe decir que empiezan a liberarse al instante las
hormonas del estrés, conformando en muchos casos lo que se conoce como “el corazón
roto”.
Sin embargo, desde un punto emocional y psicológico, lo
que sienten muchas personas es otro tipo de realidad.
No
solo experimentan el dolor por la falta del ser amado.
Sienten
una pérdida de energía, de aliento vital.
Es como si todo el amor dado, todas las esperanzas y
afectos dedicados a esa persona se hubieran ido también, dejándolos vacíos,
yermos, marchitos.
Entonces.
¿cómo
volver a amar de nuevo si lo único que habita en nuestro interior es el polvo
de un mal recuerdo? Es necesario que afrontemos estos momentos de otro
modo.
Te hablamos de ello a Continuación.
DAR
AMOR O EVITAR AMAR DE NUEVO
Todos nosotros somos un delicado y caótico compendio de historias pasadas, de emociones vividas, de amarguras soterradas y miedos camuflados.
Cuando se inicia una nueva relación nadie lo hace
enviando previamente todas sus experiencias pasadas a la papelera de reciclaje.
Nadie empieza de «0».
Todo está ahí, y el modo en que hayamos gestionado
nuestro pasado hará que vivamos un presente afectivo y emocional con mayor
madurez, con mayor plenitud.
«Es
mejor haber amado y perdido que nunca haber amado en absoluto»
-Alfred Lord Tennyson- Ahora bien, el hecho de haber vivido en piel propia una amarga traición o, sencillamente, percibir que el amor se ha apagado en el corazón de nuestra pareja cambia mucho el modo en que vemos las cosas.
Dar amor con intensidad durante una época determinada,
para después quedarnos vacíos y enclaustrados en la habitación de los recuerdos
y las ilusiones perdidas, cambia muchas veces la arquitectura de nuestra
personalidad.
No falta quien se vuelve desconfiado, e incluso quien
desarrolla poco a poco la gélida y férrea coraza del aislamiento donde
interiorizar el clásico mantra de «mejor no amar para no sufrir«.
Sin embargo, es necesario derribar una idea básica en
estos procesos de lenta «autodestrucción».
Nunca
debemos arrepentirnos de haber amado, de habernos arriesgado a un todo o nada
por esa persona.
Son esos actos los que nos dignifican, los que nos hacen
ser humaños y maravillosos a la vez.
Vivir es amar y amar es dar sentido a nuestras vidas a
través de todas las cosas que hacemos: nuestro trabajo, nuestras aficiones,
nuestras relaciones personales y afectivas.
Si
renunciamos a amar o nos arrepentimos por haberlo ofrecido, renunciamos también
a la parte más hermosa de nosotros mismos.
Sanar
el amor perdido
Según un estudio llevado a cabo en la University College London, existen ciertas diferencias entre hombres y mujeres a la hora de afrontar una ruptura afectiva.
La
respuesta emocional parece ser muy distinta.
Las mujeres sienten mucho más el impacto de la
separación, sin embargo es
común que se repongan antes que los hombres.
Ellos, por su parte, suelen aparentar estar bien, se
visten con la máscara de la fortaleza refugiándose en sus ocupaciones y
responsabilidades.
Sin embargo, no siempre logran superar esa ruptura o tardan años en hacerlo.
¿La razón? El sexo femenino suele disponer de mejores
habilidades para gestionar su mundo emocional.
Facilitar
el desahogo, buscar apoyo y afrontar lo ocurrido desde una perspectiva donde se
halla el perdón y la actitud de pasar página suele hacer las cosas más fáciles.
Sea como sea, y más allá de los géneros o del motivo que
haya originado esa ruptura, quedan
claras algúnas cosas que es necesario inocular en nuestro corazón a modo
de vacuna.
Ningún fracaso emocional debe vetarnos nuestra
oportunidad de ser felices de nuevo.
Digamos
«no» a ser esclavos del pasado y eternos cautivos del sufrimiento.
DAR
AMOR
Otro aspecto que es bueno recordar es que amar no es sinónimo de sufrir.
No alimentemos esperanzas o alarguemos el «chicle» de una
relación que de antemano tiene fecha de caducidad.
Una
retirada a tiempo salva corazones y un adiós valiente cierra una puerta para
abrir otra, esa donde el amor se conjuga siempre con la palabra FELICIDAD.
-Leonard Cohen- Estamos programados genéticamente para conectar entre nosotros y para construir lazos emocionales con los que sentirnos seguros, con los que edificar un proyecto.
Todos nosotros somos un delicado y caótico compendio de historias pasadas, de emociones vividas, de amarguras soterradas y miedos camuflados.
-Alfred Lord Tennyson- Ahora bien, el hecho de haber vivido en piel propia una amarga traición o, sencillamente, percibir que el amor se ha apagado en el corazón de nuestra pareja cambia mucho el modo en que vemos las cosas.
Según un estudio llevado a cabo en la University College London, existen ciertas diferencias entre hombres y mujeres a la hora de afrontar una ruptura afectiva.
Otro aspecto que es bueno recordar es que amar no es sinónimo de sufrir.
PODCASTS
NADIE PIERDE POR DAR AMOR, PIERDE QUIEN NO SABE RECIBIRLO.
El amor es una energía que se comparte y no se agota al darlo. Quien ofrece amor no pierde, ya que lo que se da regresa en formas diversas. La verdadera pérdida ocurre cuando alguien es incapaz de recibir el amor, ya sea por miedo o falta de apertura.
NO ONE LOSES BY GIVING LOVE, THE ONE WHO DOESN’T KNOW HOW TO RECEIVE IT LOSES.
Love is an energy that is shared and never depleted when given. Those who offer love do not lose, as what is given returns in different forms. The true loss occurs when someone is unable to receive love, whether due to fear or lack of openness.
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