En
el caso de “Amor y control” es una salsa que escribió mientras su madre
agonizaba en el hospital debido a un cáncer que la llevó a la muerte.
Como muchas de sus composiciones, ésta cuenta una
historia.
Aquí, Blades hace un paralelo entre el dolor de una familia que pierde a la madre y
el dolor de otra familia que pierde a un hijo atrapado por las drogas.
Dice que son dos historias distintas pero, al fin, dos tragedias iguales.
Este gran artista llama, en esta pieza musical, a que los
padres demos a nuestros hijos “amor y control”.
Lo
primero es fácil, lo segundo requiere sacrificio y esfuerzo.
*Control* es saber dónde están
tus hijos, cada minuto del día.
*Control* es supervisar sus
estudios, la realización de sus tareas y el cumplimiento de sus deberes.
*Control* es conocer a sus amigos y fomentar esas
amistades, si son positivas, pero manteniéndote siempre cerca.
*Control* es llevarlos, traerlos, esperarlos,
escucharlos, observarlos, hablar con ellos, transmitirles tus valores y
experiencias, orientarles
y corregirlos.
*Control* es que tus hijos nunca se suban a un vehículo
sin que tú veas la cara de
quién lo conduce.
*Control* es que a tu casa no llegue nada, ni caro ni
barato, cuyo origen tú
desconozca.
*Control* es creerles pero sabiendo que el niño o el
adolescente más santo es
capaz de mentir para salvarse de un castigo.
*Control* es saber qué hay en la habitación de tus hijos, en su mochila, en
su teléfono celular, en su computadora y en sus cuentas de redes sociales.
*Amor*
es más sencillo, es abrazarlos, besarlos, premiarlos, que también es
importante.
Pero,
sin *control*, el amor se convierte en dolor.
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