Personas ordinarias haciendo cosas extraordinarias:
El valor que forja familias, empresas y naciones diferentes.
La valentía es
un valor universal que nos enseña a defender aquello que vale la pena, a
dominar nuestros miedos y a sobreponernos en la adversidad. Sin la valentía, en
los momentos difíciles nuestras vidas podrían irse a la deriva, sin embargo la
fortaleza interior conducida por una conciencia recta, pueden llevarnos más
lejos de lo que podríamos imaginar.
Ser valiente no es sencillo. En ocasiones, la
valentía significa afrontar las consecuencias de nuestros actos, los productos
de nuestros errores. El niño que admite ante sus padres que fue él quien rompió
la ventana del vecino, el empleado que reconoce el no haber hecho su trabajo
como era debido, el padre de familia que acepta ante sus hijos que debería
haber pasado más tiempo con ellos son ejemplos que, por desgracia, a veces no
son tan comunes: son ejemplos de personas que han tenido la fuerza de aceptar
su error y de afrontar sus consecuencias.
La vida misma no
es sencilla y puede ser, en ocasiones, sorprendentemente dura: La muerte de un
ser querido, una enfermedad, la ruina de un negocio son ejemplos de momentos
tremendamente difíciles. La valentía es la diferencia entre hundirse o seguir
nadando.
Por otra parte,
la valentía también tiene que ver directamente con defender lo que sabemos que
es correcto. La conciencia con frecuencia nos indica que se está cometiendo una
injusticia, o que se está violentando algún derecho. En esos momentos, es
necesaria una posición concreta para actuar como es debido y para defender lo
que está bien.
La valentía nos hace personas ordinarias que pueden
obtener resultados extraordinarios. Una persona que defiende al débil, que
admite sus errores, que afronta las consecuencias de sus actos, que no calla
cuando sabe que algo está mal, puede estar asumiendo riesgos, pero también está
creando una diferencia real en su vida y en el mundo que le rodea.
Los seres
humanos solemos dejarnos llevar por la comodidad y, desgraciadamente, por los
miedos. Con gran frecuencia generamos nuestros propios fantasmas y temores
inexistentes; nos planteamos consecuencias que aún no existen pero que vemos
como algo muy real. ¡Qué triste es el papel de un muchacho que no se atreve a
decirle a una chica cuánto le gusta por miedo a que ella le rechace! No es raro
que nuestra imaginación nos traicione planteándonos escenarios y panoramas
desoladores, y nos inmovilizamos simplemente porque creemos que algo puede
salir mal.
La valentía es
afrontar riesgos, vencer miedos. A veces las consecuencias de algo pueden ser
duras. En ocasiones nuestra valentía no cambia el mundo. El niño que admite
haber roto la ventana del vecino puede ser de cualquier forma castigado, quizá
el padre que confiesa no haber pasado suficiente tiempo con sus hijos no puede
cambiar el alejamiento con su familia, también a veces el muchacho que le abre
su corazón a la chica que le gusta es rechazado. La valentía no asegura el
éxito inmediato, eso es cierto. Sin embargo hay una gran diferencia entre ser
un cobarde y ser un valiente: la posibilidad de lograr algo. La diferencia es
Esperanza. Quien es cobarde tiene un futuro cierto: la mediocridad. Quien es
valiente tiene un futuro inmediato incierto, pero siempre encontrará al final
del camino la corona de la victoria.
El niño que
rompió la ventana podrá ser castigado, pero a la larga sus padres le tendrán
confianza. El padre que no pudo cambiar el alejamiento con sus hijos a la larga
ganará el respeto que se merece por haber hecho lo correcto. El muchacho que
fue rechazado tal vez un día encuentre a una chica que le valore más y que le
quiera sinceramente. Una cosa es un hecho: si ninguno de estos tres casos
4contaran con el valor de la valentía, el niño que rompe ventanas y esconde la
mano será siempre indigno de confianza, el padre que no admite sus errores será
visto siempre como un egoísta y un cobarde, el chico que no se atreve a decir
sus sentimientos se quedará solo.
La valentía ha forjado patrias, empresas,
comunidades, familias. La cobardía nunca ha hecho algo que valga la pena. La
valentía a veces falla en lo inmediato, pero siempre a la larga genera un
resultado positivo.
La valentía es un valor que se vive día a día, en
las pequeñas cosas. No es necesario esperar grandes afrentas, tremendos errores
o increíbles batallas. La cobardía diaria sumerge a las personas, a las
familias, a las sociedades y a las naciones en un pantano cómodo, suave, pero
que acaba ahogándoles.
La valentía en las cosas pequeñas va construyendo
una obra sólida que tal vez en
el momento inmediato no sea tan grande o tan bella, pero que tarde o temprano
se convertirá en un magnífico edificio.
La valentía construye personas dignas de respeto y
de confianza, familias unidas, sociedades pujantes y naciones sólidas.
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