En
2014 la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una nueva recomendación
sobre el consumo de azúcares libres alertando de que estos aumentaban la
ingesta calórica general y favorecía que disminuyese el consumo de otros
alimentos que contienen calorías más adecuadas, desde el punto de vista
nutricional. La principal consecuencia es que se está produciendo un
cambio en los patrones alimentarios y tendemos a ir hacia una alimentación poco
saludable, que viene acompañada de un aumento de peso y un mayor riesgo de
contraer enfermedades no transmisibles, entre otros factores.
En esta recomendación, la OMS señalaba, tal y como
especifica Francisca Esteve Claramunt, profesora de la Facultad de Enfermería
de la Universidad Europea de Valencia, que el azúcar no debe aportar más del 10 por ciento de
las calorías diarias (tanto en niños como en adultos). Es decir, para una dieta
de 2.000 calorías, serían unos 50 gramos de azúcar, el equivalente a unas 12
cucharillas de café. Aunque la experta matiza que “lo ideal debería ser
una cantidad por debajo del 5 por ciento del aporte calórico (seis cucharadas,
25 gramos). En el caso de los niños, el consejo es no sobrepasar los 37 gramos
para una dieta de 1.750 calorías”.
¿Pero
qué significa azúcares libres? “La OMS indica que los azúcares libres son los
monosacáridos (como la glucosa y la fructosa) y los disacáridos (como la
sacarosa o azúcar de mesa) que añaden a los alimentos y las bebidas los
fabricantes, cocineros y consumidores, así como a los azúcares presentes de
forma natural en la miel, los jarabes, los zumos de frutas y los zumos a base
de concentrado.”, explica Elena Gascón Villacampa, presidenta del Colegio
Oficial de Dietistas de Navarra (Codinna-Nadneo).
Gascón especifica que estos azúcares no tienen nada que
ver con los azúcares propios que se encuentran en las frutas y en las verduras
enteras frescas.
Efectos
de un consumo excesivo de azúcar en nuestro organismo
Esteve
recuerda que el azúcar cumple diversas funciones importantes en nuestro cuerpo,
como la activación de la energía indispensable para el buen desarrollo de las
actividades diarias. Sin embargo, es indispensable conocer los efectos
negativos que el exceso de glucosa puede tener en el organismo.
En este punto, Mireia Elías, nutricionista del Instituto
Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), especifica que el problema más inminente
sería un aumento de peso e incluso llegar a la obesidad cuando se sigue una
dieta rica en azúcares durante un tiempo. “Y es que no es sólo el sobrepeso o la obesidad, sino
todo lo que esta conlleva: hipertensión arterial y otras enfermedades
cardiovasculares, diabetes tipo 2, cálculos biliares y problemas de hígado,
colesterol alto, entre otras”, apostilla.
Además, Elías añade que al seguir una dieta rica en
azúcares dejamos de tomar otros nutrientes necesarios y suele presentarse
déficit de algunas vitaminas como la A, C, B9; y minerales como el calcio y el
hierro.
A
estos efectos, la profesora de la Facultad de Enfermería de la Universidad
Europea de Valencia, añade:
Caries
dental: las bacterias de la boca se nutren de azúcares simples
(monosacáridos) generando ácido que daña el esmalte dental.
Hambre
sin control: el consumo de azúcares diariamente implica que se genere
resistencia a la leptina, hormona que controla la sensación de hambre, de
manera que se pierde todo control sobre el mismo.
Insuficiencia
renal crónica: la pérdida progresiva de las funciones renales es otra de
las grandes consecuencias de ingerir azúcar en grandes cantidades. Cuando en la
orina comienza a detectarse la presencia de albúmina denota que se comienzan a
producir fallos en los riñones.
Adicción:
“no se ha podido demostrar científicamente que el azúcar desarrolle adicción en
las personas, pero sí que existen estudios que demuestran la gran adicción que
provoca en animales. Aun así, se cree que consumir azúcar puede generar
adicción en los seres humanos”, explica Esteve.
Gota:
consumir fructosa puede ocasionar la aparición de gota.
¿Por
dónde empiezo?
Para empezar, si queremos disminuir la cantidad de azúcar
en nuestra dieta, es importante hacerlo poco a poco para que nuestro paladar se vaya acostumbrando.
“Es decir, si por ejemplo ponemos dos terrones de azúcar en el café, es poco
probable que toleremos el café sin azucarar; pero podemos probar a poner un
solo terrón y, cuando nos hayamos acostumbrado, podríamos pasar a tomar el café
sin azucarar”, aconseja la presidente de Codinna-Nadneo.
Gascón recomienda no cortar con el azúcar de forma radical e ir
disminuyendo paulatinamente el azúcar para acostumbrar al gusto. “Lo más
sencillo es disminuir la cantidad de azúcar que añadimos a algunos productos
(café, infusiones, yogures, etc.) y limitar el consumo de bebidas azucaradas.
Estas bebidas suponen un aporte elevado de azúcares simples que tomamos sin
darnos prácticamente cuenta. Los últimos estudios indican que esto también es
aplicable a los zumos naturales, que deberían ser sustituidos por la fruta
entera (por ejemplo: es preferible tomar una naranja que un zumo de naranja,
por muy natural que sea)”.
Respecto a los yogures u otros productos azucarados, aconseja comprar el producto sin
azucarar y añadir la cantidad de azúcar que nosotros consideremos. De
este modo, seremos conscientes de la cantidad que añadimos y podemos ir poco a
poco reduciendo esta cantidad.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta, tal y como
señala Elías, es reducir el consumo de otros alimentos ricos en azúcar como los
bollos o dulces, las mermeladas o los lácteos con alto contenido de azúcares
(como batidos industriales), entre otros.
“Así
podremos conseguir que el aporte de azúcares provenga únicamente de forma
natural en los alimentos como las frutas y las verduras, las cuales es
preferible consumir de forma entera y no en zumos”, coincide la
nutricionista del IMEO, quien recuerda que hay que evitar platos precocinados y
tratar de no ingerir bollos y repostería en general. “Es mejor hacerla casera y
consumirla de forma ocasional”, añade.
¡Atento
a las etiquetas!
Por otro lado, las tres expertas coinciden en la
importancia de aprender a leer bien las etiquetas, ya que muchas veces nos
somos conscientes del azúcar que llevan los alimentos y creemos que el exceso
de azúcar se limita únicamente a los dulces, no tenemos en cuenta su presencia
en, por ejemplo, aderezos como la salsa de soja o el kétchup.
En
la etiqueta de un alimento figuran dos datos: la información nutricional y la
lista de ingredientes. “Cuando nos fijamos en la información nutricional
de un alimento se nos indica tanto los hidratos de carbono como los azúcares,
pero no se hace distinción sobre si estos azúcares se encuentran presentes de
forma natural, o son azúcares añadidos por el fabricante”, advierte Gascón.
Por
lo que nos tenemos que fijar en la lista de ingredientes para saber si se ha
añadido o no. Elías recomienda en este sentido, buscar de dónde vienen esos
azúcares. “Es mejor que provengan de la miel o de la sacarosa. Conviene
evitar el aspartamo, sorbitol, acesulfamo K o el jarabe de glucosa-fructosa”.
Sustitutos
del azúcar
Si no queremos perder el gusto dulce, podemos utilizar
otros sustitutos en la cocina. Las especialistas aconsejan optar por las formas
naturales para endulzar. Francisca Esteve Claramunt da algunas pautas muy
útiles para ir adaptando la preparación de los platos:
En
cocina y repostería, la mejor alternativa es el uso de fruta seca y fresca.
“Sus azúcares naturales se asimilan lentamente y son alimentos ricos en fibra,
vitaminas, minerales y otros nutrientes.
Se transforman en energía y son el carburante natural que
el organismo necesita para desarrollar sus funciones vitales y para la
actividad física”, -explica y continúa-, “la manzana (en forma de compota) es
un gran sustituto del azúcar en galletas, bizcochos, tortitas, etc. El plátano
triturado (mejor si es maduro, pues su dulzor se potencia) es excelente en
preparaciones de repostería que requieren masas densas como pasteles y
bizcochos. Y el dátil es un magnífico endulzante”.
Utilizar
especias y semillas como la nuez moscada y la canela, que tienen un ligero
sabor azucarado y se pueden usar para bebidas como el café, el té o la leche.
“Las de hinojo molidas o las de la vaina de vainilla tienen un ligero sabor
azucarado”, añade.
Las bebidas vegetales, hasta hace poco llamadas leches
vegetales, como la de coco y la de almendra aportan un ligero dulzor a batidos,
smoothies y otras recetas, así como una textura cremosa interesante.
El
aceite de coco también tiene un ligero sabor azucarado que se transfiere a los
alimentos en el que se cocinan. Se puede usar en repostería para sustituir a
otros aceites y a la mantequilla.
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