Pide a Dios tener los ímpetus del principiante que la Biblia llama “el
amor del principio”. Apocalipsis 2,4.
Haz un constante inventario de tus talentos y tus bendiciones para amar
la vida con avidez sin el ego del que se ve como experto.
Es mejor compartir con quien acepta humildemente que no sabe, y huir del que cree que se las sabe todas.
Quien actúa con mente de principiante está abierto a aprender
y es amigo de explorar, crear e innovar.
En tu relación de pareja las crisis se arreglan, o
no llegan si cultivas el
amor del principio de la relación.
O sea, te interesas como un buen novio por
agradar, servir, ser detallista, enamorar y dar lo mejor de ti en todo momento.
Aplica el amor del principio en tu trabajo, en tus amistades y en la inquietud por vivir la vida con intensidad.
Quien cree que ya no tiene nada que
aprender se instala, se cierra al cambio y ve con tristeza como todo lo suyo se oxida o se
estanca.
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