Los
druidas de la antigua Galia conocían las propiedades curativas del muérdago, o
viscum; ellos fueron filósofos y teólogos sabios.
Fueron
muy admirados por los romanos por sus vastos conocimientos del universo, de las
plantas y del ser humano.
Esa planta pseudoparásita se usaba para ayudar a la mujer a quedar embarazada
y para distintas enfermedades.
Hoy es un tratamiento común para hacer gárgaras contra la
afonía y para disminuir los daños colaterales de una quimioterapia.
Tiene
grandes beneficios: devuelve
el apetito, regula el sueño, tonifica el metabolismo y estimula el sistema
inmune.
La doctora y oncóloga española Natalia Eres lo usa hace
años y afirma: “induce al 'suicidio' de las células tumorales y aumenta las
defensas para contener el cáncer”.
La terapia se suministra a través de ampollas inyectables
subcutáneas. Es como la insulina; se la aplica uno mismo.
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