Según el mito al Eliseo se llegaba
atravesando el río Aqueronte, en el inframundo, más allá del río Lete.
Allá los seres buenos disfrutaban una
vida dichosa y feliz entre campos floridos y una paz infinita.
Los
perversos, a su vez, sufrían atroces tormentos y dolorosos castigos en el
terrible Tártaro.
Son las
conocidas ideas de cielo e infierno comunes a casi todas las religiones y que
aún perduran.
Pero los espíritus tras la muerte se
comunican, dicen algo bien distinto y nos invitan a creer de otro modo:
Todos
volvemos a la dimensión divina de la que vinimos y allí se vive y se ama sin
nada negativo.
El "malo" es un hijo
inconsciente de Dios, él lo recibe con amor, pero vuelve acá a seguirse
perfeccionando.
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