Estar enamorado es encontrar el nombre
justo de la vida.
Es
recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una
fuerza que reclama desde arriba.
Es
respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la
persona la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada
verdadera que nos mira.
Es
escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es
sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la
soledad de nuestra sombra está vencida.
Estar
enamorado es descubrir dónde
se juntan cuerpo y alma.
Es
percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es entender la pensativa conversación
del corazón y la distancia.
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