El cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, pidió hace días a los párrocos
recortar el número de misas y dio estas tres razones:
“Menos gente que viene a misa, menos curas disponibles en parroquias, y los gastos crecientes que supone tener más celebraciones”.
“Menos gente que viene a misa, menos curas disponibles en parroquias, y los gastos crecientes que supone tener más celebraciones”.
Es una noticia que se suma a algo duro para la
Iglesia que hace tanto bien: El cierre de templos en Europa desde hace
años.
Son hechos que piden cambios porque las
fallas no están en la gente, sino en el servicio que se les brinda: excelente y
atrayente o rutinario y
que no seduce.
En lenguaje metafórico toda iglesia es una empresa
que, si sirve bien tiene clientes satisfechos, y si sirve mal está en riesgo y le urge renovarse.
El éxodo de católicos a otros credos es algo que la Iglesia no ha sabido frenar por resistirse a
reinventarse y hacer cambios necesarios.
Cambios que para nada
afectan lo esencial de la
fe que es solo el amor, el único mandamiento que dio Jesús.
Todo lo demás son normas y tradiciones humanas susceptibles de cambio en cualquier religión. En los últimos 50 años más de un 50% de católicos ha migrado a otros credos en Centroamérica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios