Un
viejo autobús salta sobre una mala carretera y en uno de sus asientos viaja un
amable viejo con un hermoso ramo de rosas en sus manos.
En el asiento del lado va una joven que no deja de mirar
las flores, atraída por el hermoso color y el aroma.
De
pronto el bus se detiene y el anciano deposita las flores en el regazo de la
sorprendida muchacha mientras susurra:
“Veo
que le gustan las flores. Se las regalo y luego se lo diré a mi esposa. A ella
le gustará mucho saber que se las di”.
El señor baja del bus y cuando la muchacha mira al lado
para verlo se da cuenta que él atraviesa la verja de un cementerio.
Esta hermosa historia ojalá te inspire y te dé ímpetus
para compartir y dar sin
esperar recibir, de modo incondicional.
Cuando das y esperas recibir tu amor es como un trueque
y, en realidad, no das sino que haces un negocio camuflado.
Dios
es puro don, también lo es la naturaleza y más valioso que dar cosas es darse
sin reticencias, de un modo incondicional.
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