Deberían educarnos para acompañar en su exigente duelo a los que
amamos, y enseñarnos cosas como estas:
- Es necesario y terapéutico llorar para
liberar el dolor. También
es bueno hablar del que murió, aunque nos pese la tristeza.
- Es falso que el llanto frene al ser
amado. Lo que sí hay que
hacer es aceptar su muerte y repetirle que siga su proceso.
- Lo mejor suele ser el silencio, abrazar y evitar frases tontas como: “Sé fuerte” o “te
comprendo” o “ya es un ángel”.
- Es bueno estar pendientes de asuntos y
vueltas que el deudo olvida porque está aturdido y en shock.
- La oración es una fuente de paz, respetando las creencias de los
familiares y no imponiendo las nuestras.
- Pasados los días la compañía es más valiosa ya que es cuando se aterriza y duele
más.
- Las pertenencias se dejan quietas un
tiempo, pero no mucho porque crean
apegos y generan una negación.
- Las cenizas no deben estar en la casa por el mismo motivo. Deben ir a
una cripta o al océano.
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