En
época de reflexión, vale la pena detenerse a pensar en qué es y cómo alcanzar
la felicidad.
Semana
Santa, semana de reflexión, o de vacaciones para muchos, es una oportunidad
para hacer un alto en el camino en donde vale la pena analizar en dónde reside
la felicidad.
Más aun cuando en los últimos días nos vemos visto
enfrentados a un sinnúmero de fenómenos naturales, sociales, políticos y
económicos que generan incertidumbre y
miedo no solo en nuestro país sino en el mundo.
Lo importante aquí es no dejarse absorber por la
confusión y el miedo, sino asumir una actitud diferente frente a lo que
está pasando, pues en la mayoría de estas situaciones, lo mejor que
podemos hacer es cambiar la forma en que elegimos pensar sobre ellas. Es ahí donde radica la clave de
la felicidad.
La
felicidad, no puede ser vista como un simple momento de euforia y diversión,
pues estos son solo instantes. La felicidad es una actitud de alegría,
satisfacción, optimismo y paz frente a la vida.
La
felicidad es entonces un camino que se construye cada día, no un objetivo por alcanzar.
Pero para que esto sea real, debemos aprender a aceptar las cosas como son,
pues es la resistencia frente a las situaciones la que trae intranquilidad y
conflicto.
Frente a toda situación, siempre existen unos hechos,
aquello que sucedió, y una historias que nos contamos sobre la forma en que
esto sucedió (la forma en que interpretamos los hechos). Los problemas no se dan en los
hechos, porque lo
que pasó, ya pasó; sino en las historias, pues muchas veces tendemos a
interpretar las cosas desde nuestras emociones y perdemos objetividad; y
esto aplica tanto para la vida personal, como para la profesional, e incluso en
la forma en que asumimos el estrés; pues éste no se da por lo que sucede a
nuestro alrededor, sino por la forma en que elegimos pensar sobre él.
Lo anterior se sustenta con los argumentos de Mo Gawdat,
ejecutivo de Google, quien
afirma que la felicidad no está en lo que el mundo te da, sino en lo que uno piensa sobre lo que le sucede.
Por eso la verdadera fórmula se encuentra en el entender las cosas como son;
con sus bendiciones y sus carencias, su facilidad y sus dificultades, pero
aceptando las cosas como son. No se trata entonces de evitar las situaciones negativas, o aislarse del mundo para dejar de recibir
malas noticias, sino de aceptar lo que es por lo que es, porque como
afirma Adyashanti: “Si
tratas de ganar la guerra de tu mente, estarás en guerra para siempre”. En cambio, mantener una mentalidad de gratitud y aceptación, ayuda a
ver las cosas desde otra perspectiva.
Pero ojo, una actitud de aceptación no
quiere decir que tengamos que resignarnos con la vida; sino asumir una forma
optimista de pensar que nos permita actuar, generar cambios y transformar el
entorno sin negar lo que sucede o lo que se tiene, en vez de usar
activamente la imaginación para justificar cosas que no están allí y que como
consecuencia traerán sufrimiento. En últimas, si quiere alcanzar la felicidad, agradezca cada día lo que tiene
y mantenga siempre viva la esperanza porque aun cuando las
circunstancias sean desfavorables, siempre hay algo que se puede hacer para
cambiar.
Comience
por usted mismo.
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