Estos
consejos le ayudarán a cuidar sus defensas orgánicas, que mantienen el cuerpo a
salvo de virus, bacterias nocivas, gérmenes, hongos o cualquier otro elemento
que lo pueda enfermar.
En el sistema inmunológico participan desde órganos y
tejidos, como la piel, el bazo, el timo, la médula ósea o los ganglios
linfáticos, hasta todo un ejército de elementos celulares, como los leucocitos
o glóbulos blancos, los linfocitos B, los macrófagos y los neutrófilos. A ellos
se suman los llamados anticuerpos, que son sustancias fabricadas a la medida
del agresor.
Vale
tener en cuenta que las defensas se bajan, esencialmente, cuando el organismo
tiene que orientar toda su energía a sobrellevar enfermedades catastróficas
como el cáncer; patologías o infecciones crónicas, como la osteomielitis y la
desnutrición severa, o cuando las estructuras de defensa son atacadas
frontalmente, como en el caso del sida o las leucemias.
Cuando ese no es el caso, y está en buena forma, este
sistema mantiene al organismo saludable y ayuda a protegerlo de las amenazas,
tanto internas como externas, pero cuando se encuentra debilitado hay una serie de síntomas que
avisan que las defensas están bajas. Padecer un resfriado después de otro, tener una
cicatrización deficiente de las heridas, sufrir gastroenteritis de manera
frecuente o tener problemas en las vías respiratorias a menudo podrían
ser indicios de que el sistema inmunológico se está debilitando y no ejerce
bien su función.
La buena noticia es que la salud de las defensas no
depende solo de factores genéticos que están fuera del control de cada quien, sino que se puede reforzar
manteniendo unos hábitos de vida sanos, evitando los factores que las debilitan
y aplicándoles refuerzos.
No
dormir ni descansar bien y sentir un continuo nerviosismo no son exactamente síntomas
de que se tengan bajas las defensas, pero son señales de alarma que no hay que desatender, porque indican una situación de estrés
permanente, que es uno de los principales enemigos de la fortaleza
inmunológica.
Además de cambiar en lo posible el estilo de vida para
reducir las situaciones que fomentan la tensión nerviosa continua, conviene reforzar el aporte de
vitamina C, la cual es considerada uno de los principales alimentos de las
defensas.
Se encuentra principalmente en frutas cítricas.
Otra razón más para dejar de fumar: hay indicios de que este hábito
nocivo va debilitando el sistema inmune hasta el punto de que ya no es capaz de
detener o eliminar algunos procesos patológicos. En lo posible evite que
le fumen cerca.
Por otra parte, el ejercicio moderado favorece el 'rejuvenecimiento'
tanto de las vías respiratorias como de las defensas orgánicas, por lo
que ayuda a evitar la recurrencia de los resfriados y procesos catarrales.
Además, previene el
aumento de peso, otro enemigo de la salud. Lo recomendado, de acuerdo
con las últimas guías de actividad física de Estados Unidos, es practicar dos horas y media
de ejercicio moderado, en condiciones aeróbicas, a la semana.
Para potenciar la actividad inmunológica hay que preparar las comidas de
modo que se reduzcan al mínimo las pérdidas de sus cualidades nutritivas y
aprovechar sus vitaminas, minerales y ácidos grasos al máximo. Aproveche
el caldo de la cocción, que contiene los nutrientes que se desprenden de los
alimentos al cocerse, y tape las ollas para recuperar el vapor condensado, rico
en elementos nutritivos. De
todos modos es preferible cocinar al vapor que hervir los alimentos,
porque así se pierden pocos minerales, oligoelementos y vitaminas. Los vegetales deben cocerse el
tiempo suficiente para que queden tiernos y no deben recalentarse.
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