Dios mío, si acepto la realidad, me
alejo de batallas estériles, y de ser un amargado y de un inconformismo
pestilente.
Por eso cuenta el tenor Andrea Bocelli que asumir su ceguera fue el primer paso para salir adelante y triunfar.
Y eso
es exactamente la aceptación, no es resignarse, es tomar la realidad tal como es y mejorar lo que
se puede.
No es
fácil porque hay situaciones bien espinosas, pero con fe, amor y constancia logro superarme.
Ante todo, Señor, debo aceptarme a mí
mismo y quererme
como se quería Celia Cruz: con una fuerte autoestima.
Mi reto
es valorarme, no ser víctima y esmerarme por dar lo mejor de mí sin envidiar a los demás.
Entonces fluyo, valoro a los otros y dejo de estar peleando contigo, Señor, con la vida y con la realidad.
Solo estoy bien cuando me amo y acepta a los otros como son, sin dejar que nadie abuse de mí. Gracias, Dios mío, por guiarme.
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