Una mujer fuera de serie, santa,
fundadora, mística y escritora, esa fue Santa Teresa de Jesús, 1515-1582.
Una
enamorada de Dios y de la vida cuyas obras místicas han inspirado incluso a
creyentes de otras religiones.
En sus
días oscuros fortalecía su fe y creía firmemente en lo que ella misma pensaba y
afirmaba:
“Nada te turbe. Nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta”.
“Nada te turbe. Nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta”.
Cada
frase de este texto contiene una gran verdad y aleja dudas y sombras si la
aplicas a tu vida.
La gran lección de los místicos nada
tiene que ver con normas, vetos ritos o dogmas, solo con el amor.
En
cualquier credo ellos tenían a Dios como su Amado y su religión era una
relación de amor con Dios.
Si tu religión te lleva a eso,
alégrate, si no es así, deambulas apartado del camino
que lleva a la iluminación.
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