Los
únicos que dudan del prodigioso poder de la oración son aquellos que no creen y
no oran.
La
oración ferviente hace milagros sin necesidad de que Dios
intervenga.
Ella
en sí misma es una corriente de amor y energía que actúa y
transforma la realidad.
Un proverbio persa dice en relación con la
oración: “En un día hay
más de mil razones para orar”.
Lo
importante es que al orar seas consciente de que solo se dará lo más
conveniente, aunque no lo entiendas.
La
oración nunca se pierde, pero ya habrás comprobado que no
siempre obtienes lo que anhelas.
Y no es porque Dios no te escuche, es porque existe la Ley
espiritual de correspondencia.
Solo
se da lo que corresponde a cada ser en su proceso de evolución espiritual. Tenlo en cuenta y no pelees con Dios.
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