Así contestó Kirk Douglas a los 96 años, el cuestionario que conforma la
excelente sección de la revista Esquire titulada.
“LO QUE
SÉ”
“Mis hijos no tuvieron las ventajas que tuve yo en mi
infancia: cuando uno viene
de la pobreza más abyecta, no hay otra dirección adonde ir que no sea hacia
arriba”.
Sé que
el amor es más hondo a medida que uno se hace más viejo.
Sé que todo
el mundo tiene ego.
Sé que, por más que a los judíos nos enseñen a leer en
hebreo, no entendemos un carajo de lo que estamos leyendo. Cuanto más estudio la Torá menos
religioso me vuelvo, y más espiritual quizá. En el último Yom Kippur
opté por la traducción al inglés y descubrí que Dios no necesita que le cantemos alabanzas sino que
seamos mejores como personas.
Sé que cada
hijo es diferente y que hay que darles poca soga, sugerir y aconsejarlos
así como dejarlos cometer
sus propios errores no sin antes recordarles de hacerse responsables de sus actos
asumiendo las consecuencias derivadas de esto.
Sé que,
el que no quiere y valora a sus padres,
es un ser muy infeliz, y lo será toda su vida pobrecillo de el, no
quisiera estar en su lugar. Como explicará a sus hijos que no quiere a sus
padres. Ellos devolverán
de la misma manera.
Sé que, el
respeto y el amor a los padres jamás se debe perder por ninguna razón, a
ellos les debemos todo, por más errores que hayan cometido, les debemos
perdonar , no nos alcanza la vida para pagarles, estamos vivos por ellos, se
entiende? soy padre y tengo hijos.
Sé que, a veces, lo que te compromete te libera. Yo no quería ser actor de cine.
Mi vida era el teatro y la primera vez que me llamaron de Hollywood rechacé el
ofrecimiento. Pero entonces nació Michael y hacía falta más dinero, y me vine
para acá.
Sé que
todo buen aprendizaje termina sólo cuando estás muerto.
Sé que, si
un hombre me diera a entender que nunca cometió un pecado en su vida, no me
interesaría en lo más mínimo hablar con él.
Sé que, el
que odia a una persona por algún motivo, (no importa cual), sólo es porque no
sabe perdonar y se genera mas odio interno a si mismo. Penoso y
lamentable.
Sé que
los musulmanes siguen a Mahoma; los cristianos a Jesús, y los judíos, a Moisés,
pero es el mismo Dios, en mi opinión.
Sé que hacer películas es una forma un poco cara de
narcisismo.
Sé que los
hijos necesitan la misma cercanía física con el padre como con la madre.
Sé que Atrapado sin Salida, fue una gran decepción en mi
vida. Compré los derechos para cine, pero nadie quería hacer una película con
eso. Entonces pagué para hacerlo en Broadway, pero tampoco. Había una línea en
especial en el libro que me parecía inigualable: cuando McMurphy trata de
arrancar el lavatorio de la pared delante de los demás internos y no puede. Y
todos lo están mirando y él gira hacia ellos y les grita: ‘¡Por lo menos traté!’. Hay días
en que pienso que ése debería ser mi epitafio.
Sé que por algo es que la política se ha vuelto una mala palabra.
Sé que
hay cosas en la vida que uno nunca logra hacer como Dios manda. Amar, por
ejemplo.
He sobrevivido a la caída de un helicóptero, con cirugía
vertebral incluida, a un infarto que casi me lleva al suicidio, tengo un
marcapasos y problemas en el habla. ¿Y qué? Siempre me digo: la edad está en la cabeza. Es el
único antídoto que permite seguir funcionando.
Sé que millones de personas murieron por motivos de poder y económicos: algo anda mal
ahí, ¿no?
Sé que esto puede pasar: uno se muere, lo llevan frente a Dios sentado en el
trono, uno pregunta si esto es el cielo y Dios responde: "¿El cielo ? De
ahí acabas de venir, el infierno tú lo elegiste".
Sé que la única gente que puede destruir Israel son los
judíos, porque su obstinación alimenta la división. Como decía aquel chiste en
que se encuentran el presidente de los Estados Unidos y el de Israel y éste le
dice: ‘Sé que ha de ser difícil ser presidente de 250 millones de personas,
pero ¿sabe lo que es ser presidente de cinco millones de presidentes?’
Todo el mundo se la pasa hablando de los viejos tiempos: que las películas eran mejores,
que los actores eran superiores, que la gente era más solidaria. Lo único que
yo sé de los viejos tiempos es que ya pasaron y no los aproveché.
Sé que pensar
un poco en los demás es una manera de distraerse de uno mismo.
Creo
que recién ahora empiezo a saber quién soy. Como si mis virtudes y mis defectos
hubiesen estado hirviendo en una olla todos estos años y con el hervor se
hubieran ido evaporando y convirtiéndose en humo, y lo que queda en el fondo de
la olla es mi esencia, y se parece inquietantemente a aquello con lo que empecé
al principio. Eso es lo que sé.
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