Entrevista
a Walter Riso, uno de los psicólogos y autores más reconocidos en el tema del
amor y la superación personal
Usted es reconocido por sus libros sobre el amor con
otros, las parejas, la familia, los amigos. Pero este tema es sobre el amor con
uno mismo. ¿Eso es como la base de todo?
Walter Riso: Si, pero quererse a uno mismo no solo es la autoestima. Esa palabra hay
que desmenuzarla un poco más. Implica lo que piensas de ti mismo, cuánto te
aceptas como persona, si te gustas o no te gustas, si te sientes orgulloso de
las cosas que haces, qué tanta confianza tienes en ti mismo. Y si a esto
se le suma la dignidad personal, tu valía personal, principios que no se
negocian, y además le
sumas el auto respeto, y el amor propio como motor vital de auto
conservación, pues tenés algo muy poderoso.
¿Hay
muchas personas hoy con poco amor propio?
W.R.: En los últimos 10 años se han incrementado
exponencialmente las investigaciones sobre autoestima, sobre todo entre los
pedagogos porque han visto niños con baja autoestima, y adolescentes con el
mismo problema: niñas que se dejan maltratar, que las persigue el novio celoso,
que son víctimas de matoneo. Es un tema al día. Además, en estos países de América
Latina sucede algo con la belleza y si eres bella vales más y puedes alcanzar
más. La belleza es un
valor. Es como decir: si tienes pectorales buenos vales más como ser humano.
¿Cómo es una persona que se quiere a sí misma?
W.R.: Cuando
estás trabajando en enamorarte de ti mismo aprendes a independizarte
emocionalmente y a hacerte cargo de ti. No es solo que el amor propio
sea una condición para uno querer a los demás. Eso es un lugar común. Es mucho más que eso.
Uno ve gente que se quiere mucho y otros que no tanto.
¿De qué depende que se produzca o no ese enamoramiento?
W.R.: La
gente más introvertida puede tener un poco más problemas porque no se relaciona
y pasa desapercibida y entonces no recibe feedback. Eso es importante
porque parte de tu autopercepción la conformas con las cosas que te va diciendo
la gente, el refuerzo que vas recibiendo de tu grupo inmediato, de tus padres y
compañeros.
¿Pero entonces es un problema genético?
W.R.: No, uno no puede decir que sea genético sino
aprendido, es un problema
social. Uno no nace
con baja autoestima. Uno tiene un amor primitivo –ese sí lo heredas- y
es el de auto conservación, por el cual hacemos lo que sea para mantener tu
vida, lo que el filósofo Spinoza llamaba perseverar, porque queremos vivir. El otro es cultural y se da
por la educación.
¿Qué hacen los padres mal para no fomentar la autoestima
de sus hijos?
W.R.: Las
familias no educan a sus hijos en no autocastigarse verbalmente ni en auto
felicitarse cuando hacen algo bien. El diálogo interior está más orientado a
felicitar a los demás que a sí mismos, entonces por eso propongo el
individualismo responsable. ¿Eso qué es? te cuido y me cuido, te quiero
y me quiero. Somos tú y yo. La
gente no tiene más derechos que yo sino que somos iguales a nuestros
semejantes.
¿Qué consecuencias tiene eso más tarde en la vida?
W.R.: Lo
que tu piensas de ti mismo es lo que te dices a ti mismo y está demostrado que
la gente que no se quiere a si misma se autocastiga mucho mentalmente
diciéndose ‘soy estúpido’, ‘he debido ser mejor’, ‘yo siempre me equivoco’.
Y lo decimos muchas veces a nivel inconsciente.
¿Díganos algo muy concreto que los padres puedan hacer
para evitar eso?
W.R.: Cuando
tú ves que tu hijo se dice ‘ahh es que soy un tonto’ o tira la tarea que hace y
se autocastiga, ahí vos lo tenés que regañar. Pero en cambio lo que
hacemos los padres es decir ‘que bueno, por lo menos tiene autocritica,
conciencia de que se equivoca’, y en realidad lo que está haciendo es dándose
con garrote.
¿Y luego del regaño?
W.R.: Decirle
al niño que se felicite para que él vaya empezado a tener una visión de sí
mismo distinta. Así empiezas a desarrollar una autoimagen. Si la gente
se siente linda, se va a ver linda y no tiene que esperar a que los demás le
validen eso para que se guste o no se guste. También hay que enseñarles a que se arriesguen.
Esto es ser atrevido sin correr peligro real, meterte al ruedo y si te
equivocas, pues no importa
¡todos nos equivocamos!
¿Qué puede hacer uno mismo para quererse más?
W.R: No solo es lo que dices sino lo que haces. La idea es crear un microclima
de alegría y tranquilidad para vos. Por ejemplo, comprar una camisa
porque te la mereces. Hay gente a la que la cama le traquetea y no hace nada,
pero cuando uno se quiere se cuida, y cultiva su físico sin ser obsesivo con el
ejercicio. Eso lo haces porque te sientes valioso. También es bueno sentirte orgulloso cuando haces
las cosas bien. Aunque la religión judeocristiana dice que el orgullo es
pecado capital, en
psicología el orgullo es importante porque es el auto reconocimiento de que
hiciste algo que valió la pena.
Pero también hay gente que se pasa de la raya, personas
que son muy creídas. ¿Hay un límite a la autoestima?
W.
R: Si, hay tres: el egocentrismo, creer que todo gira a tu alrededor; la
egolatría, sentirte por encima de las personas, y el egoísmo, pensar que tienes
más derecho que los demás. Esas tres cosas juntas producen al narcisista.
Cuando uno enseña esto no fomenta esto sino que también enseña cuáles son los
límites. Además, no es tan fácil volverse narcisista.
¿Qué sería lo sano?
W.R.: Es cuando te contemplas, defiendes tus derechos, no te dejas manipular por nadie.
Es cuando sientes que no te merece quien te lastima. Si alguien duda de que te ama no te ama. La
gente con buen amor propio sabe
que vale la pena que la amen y siente que no merece sufrir sin necesidad.
Lo
bueno es que es uno se puede enamorar de uno mismo en cualquier momento…
W.R.: El
95 por ciento de las personas pueden mejorar su autoestima si se someten a
algo, ya sea una conferencia o un libro. Lo que se hace ahí es propiciar un espacio para una
reflexión profunda y de ahí pasar a pedir ayuda para descubrir que eres
valiosa. No es que salgas flotando de la conferencia pero si queriéndote más y con los pies en la
realidad. A mi el
optimismo extremo me da miedo. El pesimismo es más útil, pero eso es otra cosa.
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