Resulta
difícil, incluso para los expertos en el tema, mencionar una razón sólida o
irrebatible del porqué una pareja con una historia romántica y una vida en
común deja de encontrar en el sexo un punto de unión y de excitación. Un
problema común del que casi nadie habla.
La
situación es más frecuente de lo que se cree, a pesar de lo poco que se habla
de ella y de las mentiras y apariencias que a veces la rodean. Los protagonistas son dos cuerpos
antes amorosos, antojados e inseparables que ya no hablan el mismo lenguaje
y que se resignan a acomodarse en una relación en la que el sexo pasa a ser la última de sus
prioridades, después del dinero, el trabajo y los hijos.
La historia podría titularse de muchas maneras: ‘Las noches de una pareja que no
tenía sexo’, o ‘La vida de un hombre (o una mujer) que quería más sexo
que su pareja’, o la ‘Historia de 'tengo dolor de cabeza' y otras disculpas
para no hacer el amor’.
Todos, seguramente, serían títulos válidos para ilustrar
este tema, pero ninguno del todo exacto. El que más se acercaría a la realidad
que viven muchas personas que dejaron de tener sexo frecuente con sus esposos,
novios o compañeros estables sería ‘Historia de una pareja que nunca habló de sus problemas y por ello
terminó con su vida sexual’.
Así lo explica la sexóloga Flavia Dos Santos, para quien
la incapacidad de hablar acertadamente de los problemas habituales de una
pareja -dificultades
económicas, estrés laboral, diferencia de gustos, cotidianidad sexual e incluso
infidelidad- es la principal causa de que dos personas con una historia
romántica y sexual en común se alejen en la intimidad y sean extraños dentro de
su cama.
“Muchas
personas dejan de tener sexo curiosamente por conflictos mal resueltos.
Empiezan a tener dificultades menores que no se solucionan y van aumentando o
creando resentimientos que van bombardeando las relaciones”, asegura la experta
brasileña.
Razones
crudas, pero reales
No hay registros actuales o certeros que aporten cifras o
conclusiones sobre un tema del que tampoco se explora mucho en estudios serios,
pues pocos se atreverían a confesar públicamente que no tienen sexo con la
pareja con la que comparten la vida y con la que se presentan como esposo y
esposa.
Estas son algunas razones tan crudas como ciertas.
“Porque
ya no estaba enamorado”
“Porque
mi exesposa usaba el sexo para manipularme”
“Porque ella engordó y ya no me atraía”
“Porque
me dijo tantas veces que no, que dejé de preguntar”
“Porque nuestra rutina sexual era tan predecible que me
aburría”
“Porque la infertilidad se volvió más importante que el placer”
“Porque la infertilidad se volvió más importante que el placer”
Para la psicóloga María Elena López, “es una realidad
cada vez más frecuente y mezcla de muchos factores: un paradigma idealizado de
la sexualidad (tipo 50 sombras de Grey); un entorno erotizado por la pornografía; el uso de redes
sociales para intercambios sexuales; la falta de tiempo, el exceso de trabajo y
la necesidad de tenerlo todo que produce cansancio y desborda”, señala
López.
Para ella, también es importante aceptar que la sexualidad va cambiando a
medida que la relación pasa por distintas etapas. “Es diferente cuando la pareja
está sola, cuando llegan los hijos o cuando estos se van. Se transforma
por causa de un accidente, una quiebra, un traslado. La sexualidad es un tema muy sensible que
puede impactarse por muchos factores”, añade.
Sobre la creencia popular de que con el paso de los años
se pierde el interés sexual por el otro, la sexóloga Dos Santos tiene su
opinión: “No estoy de acuerdo con que se diga que después de un año en pareja se acaba el deseo. ¡Eso
no es verdad! Existen parejas que mantienen una comunicación y una
complicidad tan grande que los acompaña siempre, así como hay otras que nunca
la tienen”, dice.
Lo que sí hay, dice, son momentos en la vida en que invertimos en otras cosas
como la carrera, el crecimiento de los hijos, la enfermedad de un familiar. “Es
natural que a lo largo de la vida haya bajonazos y subidas en el deseo sexual,
pero no tienen que ver con el otro, no es que uno se aburra del otro. Es
un tema de distracción mental e inversión emocional en otras áreas”, explica.
Agrega que el tema no se debe cuantificar, “porque la sexualidad humana no
es sobre números; nosotros no cuantificamos placer, no cuantificamos amor y no
cuantificamos cuánto tiempo una persona mantiene el deseo”. Señala que cada persona tiene su propia
libido que le hace sentir más o menos deseo de sexo, y eso en ciertos
momentos de la vida aumenta o disminuye.
Por
eso tampoco se puede hablar de normalidad o anormalidad en la frecuencia
sexual, “porque si para una pareja es normal hacer el amor tres veces a
la semana, para otra lo ideal puede ser hacerlo cada 15 días. “Siempre y cuando las dos
personas estén de acuerdo y gratificadas y con el mismo nivel de poder en la
cama, todo es normal. Lo que consideramos problemático es cuando una de las partes se
siente no gratificada, es decir, una de las partes tiene más deseos que
la otra y siente que le está faltando o que está dando demasiado”, explica Dos
Santos.
Si
bien la ausencia de sexo es un problema delicado, no tiene por qué ser el fin
de una relación.
“Lo ideal es que cuando uno sienta que está teniendo
problemas busque ayuda profesional, se sienten y hablen.
Hablar
de sexo es tabú, pero hablar dentro de las parejas es doblemente tabú; las
parejas tienen miedo de hablar de sexo. Tienen miedo de ser criticadas,
tienen miedo a lo que el otro va a pensar. Y sí, deben buscar ayuda, porque
ayuda hay, pero no como el último recurso”, enfatiza Dos Santos.
Algunos consejos:
No
dejen que el sexo permee otras áreas de la relación como la
comunicación, la convivencia y el afecto. Declaren áreas libres de conflicto
que les permitan abordar mejor el tema de la sexualidad.
Escojan
momentos apropiados para hablar del tema, no en medio de una discusión.
Estimulen
la vida sexual con cosas nuevas. La energía sexual no es un torrente que
siempre está disponible. Hay
que evocarla, propiciarla, estimularla.
Atrévanse
a hacer cosas diferentes y a tomar la iniciativa: cambiar roles,
erotizar el ambiente, crear nuevos encuentros.
Fortalezcan
los lazos de afecto, admiración y consideración por el otro.
Rompan
los paradigmas que se tienen sobre la relación entre el cuerpo
(delgadez, belleza, juventud ) y la satisfacción sexual. ¡Vayan más allá!
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