¡Hola!
Soy la ansiedad, no te asustes, vengo en son de paz, por cierto, ¿por qué te
asustas tanto ante mi presencia?. Digo, sé que te sientes horrible cada vez que
aparezco, que te desesperas y quisieras mandarme a volar, sé que si pudieras…
me matarías, sobre todo porque crees que soy yo la que te quiere matar o hacer
daño, pero créeme, si no te he matado, no lo voy a hacer. No estoy aquí para hacerte daño,
mucho menos para volverte loco, creo que ya te lo he demostrado cada vez que
llego a tu cuerpo, hago un relajo y te asusto, pero al final del día… no te he
matado, no te has vuelto loco. Si pudiera, lo haría, pero esa no es mi idea.
La verdad es que aparezco
y te hago sentir todo eso porque no había logrado encontrar otra manera de
hacerme escuchar por ti, estabas tan ocupado tratando de ser exitoso,
productivo y de demostrarle a los demás que eres digno de ser amado, que no
escuchabas mis pequeñas señales.
¿Recuerdas esa vez que te dio un dolor de cabeza? ¿O
cuando tuviste insomnio por más de 2 horas? O ¿qué tal esa vez que sin razón
aparente te soltaste a llorar?. Bueno, pues todas esas veces era yo tratando de
que me escucharas, pero no lo hiciste, seguiste con tu ritmo de vida, seguiste
con tu misma manera de pensar. Entonces intenté algo más fuerte, hice que te
temblara el ojo, que se te taparan los oídos y que te sudaran las manos, pero tampoco me quisiste
escuchar.
Aunque acá entre nos, los dos sabemos que sentías mi
presencia, es por eso que
cuando te quedabas tranquilo, o era momento de estar sólo contigo mismo, en
soledad, te empezabas a poner nervioso, como si algo te impidiera
quedarte quieto. Te desesperabas, porque “no entendías” con tu mente racional
lo que estaba pasando, y claro, con tu mente racional no me ibas a entender. Así es que por eso me he
rendido y decidí escribirte.
Y te
felicito si estás leyendo lo que te digo, porque significa que ya tienes el
valor de escucharme, y créeme, nadie mejor que yo sabe de tu gran
habilidad para evitarme y salir corriendo, huyendo de mí como huirías del
monstruo en el bosque oscuro.
Como esas veces que me evitas y te distraes embobándote horas con la televisión,
viviendo las vidas de otras personas que ni conoces para no enfrentar
que la tuya no te gusta. O qué tal, de esas veces que con un par de cubatas
lograbas adormecer tus nervios e inquietud; y ni qué decir de esas otras
substancias que más allá de adormecerte, te fugan de esta realidad que no
quieres enfrentar. Pero
bueno, espero que ahora estés listo y lista para enfrentar tu realidad y
escucharme por fin. Espero que estés listo y lista para enfrentar la
verdad de tu vida y de ti mismo tal y como es, sin máscaras, sin atajos… sin
pretensiones. Así es que
aquí te van las cosas como son.
Lo
único que llevo tratándote de decir todo este tiempo, es que… ya es tiempo de
evolucionar, necesitas hacerlo, no hay de otra. Necesitas crear cambios
muy profundos dentro de ti, pues por alguna razón, en realidad no estás
disfrutando de tu vida y no te sientes pleno. Por eso yo estoy aquí, para ayudarte a recuperar esa
plenitud que vive dentro de ti, y para lograrlo, tendrás que deshacerte de lo
que te impide contactarla.
Estoy aquí para ayudarte a ver precisamente qué te impide
contactar con tu sentido de vida, con tu pasión por vivir, con tu alegría y con
tu verdadero ser que es tu esencia. Cada vez que yo aparezca en tu vida, será porque por ti mismo no te has
dado cuenta que no estás siendo pleno y feliz, así es que si vuelvo a aparecer,
no te asustes… mejor
agradéceme que llegué y escúchame. Y si realmente me escuchas, no
tardarás en hacer los cambios que necesitas hacer en tu vida, los harás de
inmediato, claro, eso si realmente quieres sentirte bien de nuevo, todo depende
de qué tanto quieras. Y sé que sí quieres, pero a la vez sé que quieres seguir
en tu confort y en tu comodidad por vivir con “lo conocido”, aunque eso
conocido te haga daño.
Prefieres
seguir buscando la aprobación y aceptación de los demás, haciendo hasta lo
imposible por llamar su atención; buscando seguridad en otras personas
menos en ti; prefieres que los demás sean responsables de tu persona que tú
mismo, y claro, te entiendo, todos quisiéramos regresar a la panza de nuestra
mamá y despreocuparnos de todo.
Necesitas
asumir que eres responsable de ti y que solamente tú me podrás escuchar,
y cuando me escuches y yo vea que ya me hiciste caso, créeme que me iré.
Solamente tú puedes hacer que me vaya. Y eso es algo muy importante que te
quiero decir, en verdad me
iré en cuanto vea que estás haciendo esos cambios en tu vida, cuando vea
que estás en camino a tu evolución y que estás dispuesto a crecer y recuperarte
a ti mismo. Mientras no lo
hagas… aquí seguiré.
En conclusión, si hoy estoy aquí, es porque me necesitas.
Necesitas
de mi para modificar tu manera de interpretar tu realidad, la cual
déjame decirte que está un poco distorsionada. Necesitas deshacerte de creencias que no te ayudan y que
nada más te limitan; necesitas
perdonar todo ese enojo que guardas a tus seres queridos y recuperar tu
libertad interior.
Y sobre todo, necesitas de mí para hacer lo que te gusta de la vida, para ser tú
mismo, y perder el miedo al rechazo o abandono de los demás. Necesitas
de mí para ponerle límites a las personas que te lastiman; para que te agarres
de valor y aprendas a decir
“no”; para que dejes de mendigar amor con quien no te merece; para que
dejes de depender de la existencia de tu pareja para ser feliz; para que de una
vez por todas… ¡cuides tu cuerpo!
¿De qué otra manera le habrías puesto atención a tu
cuerpo? Digo, probablemente de muchas maneras, pero ésta está funcionando. Necesitas darle el alimento que
necesita, dejar de criticar tu físico y agradecerle por lo que te da;
haz que sude y que se mueva, ten tus hormonas al día y duerme las horas que
necesitas.
¿Por
qué te explotas? ¿Por qué te exiges tanto? No entiendo porqué lo haces…
si lo tienes todo, lo eres todo, tienes toda la capacidad que necesitas para
crear tu propia realidad, pero te tratas como tu propio esclavo, eres demasiado
severo contigo mismo… y estoy aquí para pedirte que simplemente dejes de
hacerlo. Así es que ya
sabes… si realmente quieres que me vaya, toma el timón de ti mismo, pregúntate
qué has hecho que te ha sacado de tu equilibrio interior. Pregúntate
realmente cómo quieres vivir y lucha por esa vida, es tu vida, y solamente tú
puedes decidir sobre ella… si a los demás no les parece, es porque los estás
retando y tarde o temprano te seguirán, y si no… tendrán otra oportunidad, dales chance.
El
único control que puedes tomar es el de ti mismo, pero para recuperarlo,
tendrás que aceptar que lo has perdido, y que dejes que yo me exprese, que
salga a decirte con todos esos síntomas tan horribles que me inventé para
decirte algo muy claro, pero si me reprimes y te distraes cada vez que llego…
no podré hablarte y vendré más fuerte. Así es que la próxima vez que me sientas
llegar, haz un alto, cierra los ojos… déjate sentir todo lo que te estoy
diciendo, apaga tu mente racional por un momento, déjate llevar… y entiéndeme. Después, empieza el cambio en tu
vida con acciones claras y específicas, y en menos de que te des cuenta, me
iré.
Espero no tener que llegar muchas veces más en tu vida,
pero si lo hago… recuerda que no quiero lastimarte, quiero ayudarte a que
recuperes tu propio camino de evolución, el camino que si lo tomas, te hará
mucho muy feliz. Y ya para
terminar, ojalá que puedas verme como lo que soy: tu esencia.
Soy tú mismo gritándote con desesperación que me escuches
por favor. Así es que hola, yo soy tú, hablándote desde el fondo de tu corazón,
desesperado tocándolo para que me pongas atención, lo que sientes no es
taquicardia, soy yo, tu esencia, que quiere salir de ahí.
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